Por una educación incluyente. Por Jorge Manuel Castillo Cano

Por: Jorge Manuel Castillo Cano
Docente de la Unidad UPN 303, Poza Rica, Ver.
Artículo publicado en la Revista Presente
Año 4, Número 3. Otoño, 2006, en el marco de la Reunión Regional de Educación Inclusiva, realizado en Poza Rica, Ver.

El derecho a la educación, a la igualdad de oportunidades y a la plena participación, son derechos que se enmarcan en las premisas y paradigmas de la educación inclusiva, cuya proyección en el universo pedagógico internacional ha adquirido una gran fuerza y una cuidada atención a las personas con necesidades educativas especiales y a los grupos denominados vulnerables o de alto riesgo.

Hay una preocupación constante en torno al problema de la identidad (personal), cultural, religiosa, nacional y humanista) y su comprensión con la diversidad. Pues como es evidente, ésta se funda en el reconocimiento y respeto de la primera, representando un nivel de integración en el que las mismas se interrelacionan dialécticamente.

Por otra parte, pensar sobre la noción de la exclusión nos lleva a interrogarnos acerca de la concepción que tenemos de lo social: si entendemos a la sociedad de hoy como un destino marcado, o bien, si la entendemos como un momento donde las bifurcaciones son posibles. En otros términos: si no tenemos más remedio que seguir en la profundización de la vía liberal y lo que ésta conlleva, o bien podemos avocarnos a reconstruir los fundamentos de la democracia, redefiniendo las relaciones entre el mercado y el dominio político; los contratos sociales y sus alcances.

La exclusión aparece como efecto del modelo neoliberal de expansión capitalista, de la extensión de las leyes de mercado a todas las esferas de la vida humana. He aquí un importante modo del que parten las principales dificultades del actual momento histórico; pretender hacer mercado con la política, en la sexualidad, con la cultura. "Sin embargo, cuando estas diferencias son utilizadas como estigma, tarde o temprano se instalan la segregación, la discriminación y la exclusión como respuesta social y, en consecuencia, se generan todo tipo de procedimientos entre las víctimas de tales respuestas" (González Cuberes, 2003:24).

Lo inédito es la polarización entre los sistemas público y privado y la frecuente transformación de la escuela pública en una escuela pobre para pobres. Una cosa es saber esto y otra bien distinta es convivir con ello. La escuela Pública tiene que revisar sus prácticas desalentando la cultura que el neoliberalismo consiguió instalar, que vincula el ejercicio de los derechos y responsabilidades ciudadanas con el esfuerzo individual y con la esfera privada. "En este marco la conformación del sistema educativo y la preparación de sus articuladores -los docentes- representan instrumentos privilegiados" (Davini, 2001:22).

Esto significa que la educación ciudadana, la que puede permitir ver el mundo de otra manera, debería ser entendida como pobítica y popular; se agregaría el concepto de escuela incluyente. Una escuela que enriquezca los contenidos culturales de los currículos, contextualizándolos en el medio en que está inserta la institución, que es el primer espacio de relaciones que los sujetos tienen que comprender. Además de articular los conocimientos y enseñar a hacerlo, para que unos saberes se vinculen con otros, sean leídos a la luz de los demás y no queden en el olvido.

En sí, la inclusión responde a un concepto ideológico que aspira a que todos los habitantes de un determinado país podamos ejercer nuestros derechos y gozar de una vida con calidad; accediendo equitativamente al espacio de las oportunidades. En el campo de la educación, el concepto inclusión comienza a tener cada vez un sentido más propio, construido sobre la base de buenas ideas para justificar y ejercer el derecho a educarse por encima de las particularidades personales y culturales.

Una escuela inclusiva tiene que ver, entonces, con derechos humanos, con desarrollo, con democracia y con oportunidad de vida con calidad; y tanto para alcanzarla como para sostenerla se requiere de dominio técnico y de competencia cognoscitiva por parte de todos los sectores de un país. Semejante responsabilidad está en manos principalmente, del quehacer educativo, pero -por supuesto- la eficacia de éste depende del enfoque del Estado, de los recursos que se le asignen y de la cobertura. Éste se asienta en los programas educativos inscritos en un proyecto de nación, donce la educación es una prioridad: una verdadera escuela con calidad humana.

Referencias bibliográficas:

Anijovich, Rebeca. et.al. Una introducción a la enseñanza de la diversidad. Buenos Aires; Fondo de Cultura Económica de Argentina, S.A., 2004.

Davini, María Cristina. La formación docente en cuestión política. Buenos Aires: Paidós, 2001.

González Cuberes, María Teresa. "Frente a la diversidad que nos hace humanos, hablamos de integración". Iguales y diferentes. Convivir en la diversidad desde la escuela infantil. Ediciones Novedades Educativas, Buenos Aires-Argentina, 2003: 24-45.

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