Mujeres con discapacidad en el imaginario cultural. Por Claudia Silvestre Vargas Pelayo

TUTULO: Mujeres con discapacidad en el imaginario cultural.
AUTORA: Claudia Silvestre Vargas Pelayo
Asesora de la Universidad Pedagógica Nacional Unidad, 143
Ponencia presentada en el Primer Foro Nacional de Educación Inclusiva
Noviembre de 2007.

RESUMEN

En el siguiente trabajo se exponen algunas de las situaciones que vive la mujer con discapacidad al enfrentar mitos y falsedades en torno a su condición de mujer para el uso pleno de sus derechos sexuales y reproductivos.

TUTULO: Mujeres con discapacidad en el imaginario cultural.

Inicialmente se concebía la discapacidad como una condición que tocaba por igual la vida de hombres y mujeres. A partir de este supuesto se orientaron temáticas referentes a la inclusión en ámbitos educativos, sociales y laborales del individuo. Sin embargo, los estudios de género formularon una nueva lectura de la experiencia de la feminidad alrededor de la discapacidad para esclarecer la manera en que los roles y estereotipos de hombres y mujeres con discapacidad se construyen socialmente, esto es la discapacidad es una condición humana que afecta a hombres y mujeres pero de manera diferente, resultado de la cultura en que se desenvuelven, la clase social, edad o grupo al que pertenecen.

El ámbito cultural más que un territorio, es un espacio simbólico definido por la imaginación y determinante en la construcción de la imagen de cada persona. En la identidad del sujeto se articulan subjetividad y cultura: ahí están presentes desde los estereotipos culturales de género hasta las experiencias de vida personales, conflictos emocionales, etc. Algunas personas desarrollan una identidad de género basada en la percepción de las diferencias corporales, saben que son mujer u hombre.

En el concepto desarrollado por Carlos Fuentes (1999): “la cultura abarca las relaciones familiares y sexuales, la comida, la ropa, el baile, el premio y el castigo, los monumentos y los juegos florales, la psiquis y la vida política, el amor, las leyes y los deseos tal como se afirman, se niegan, se expresan o finalmente entran en juego en el proceso de comunicación”. Así, podemos observar que cada cultura le otorga un valor al hombre y a la mujer, con simbolizaciones y concepciones concretas, siendo algunas extremadamente variadas e incluso contradictorias.

En el marco de lo “normal” es muy difícil que las mujeres discapacitadas encuentren pareja. En nuestra cultura persiste la idea de que las mujeres con discapacidad, tienen mayores dificultades para establecer relaciones erótico-afectivas que quienes no presentan esta condición, esto suele tener consecuencias para relacionarse con parejas o amigos, en la condición de su autoestima y en el respeto a vivir su sexualidad. No obstante, esta idea suele estar fundamentada en el estereotipo que afirma la condición dependiente y asexuada de dichas mujeres, situación que suele desembocar en la violación a sus derechos sexuales y reproductivos cuando se niega, critica o limita su acceso a dichas prácticas, perpetuando el ciclo de exclusión en el que se ven inmersas por su condición física. Así, el ejercicio de la sexualidad en nuestra sociedad es tomado como privilegio del blanco/a, heterosexual, joven, y no discapacitado. (Silberkasten 2007). La maternidad y maternalidad están cimentadas en la creencia de un instinto maternal que debe caracterizar a toda mujer normal y llevar naturalmente a un rol maternal más allá inclusive de la época reproductiva de la mujer (se extiende de la niñez a la vejez).

Coadyuva a esta mirada, el que se mantengan mitos y falsedades en torno a la sexualidad y el placer, el punto de vista que relaciona la sexualidad con la reproducción, y en este caso de la reproducción de la "persona normal" la que disfruta al máximo su ciudadanía. Otro mito es el punto de vista cultural que expresa que el sexo es fuente de peligro y por ello se piensa que a las personas con discapacidad hay que protegerlas, especialmente a las mujeres. Así estas personas no son consideradas para la reproducción, menos aún se piensa que son capaces de vivir el sexo para el placer. En esta línea experimentan una contradicción entre el rol que se espera de la mujer y el que a ellas se les asigna como personas con discapacidad. Mientras las mujeres en general tienen presión social para tener hijos, las mujeres con discapacidad son frecuentemente animadas a no tenerlos debido a cuestiones o creencias acerca de su condición.

El siguiente cuadro sintetiza algunos de los mitos que presenta la página Discasez y La Fundación Romero; los imaginarios populares y las versiones más comunes (vulgares) de ciertos sectores de la sociedad más conservadora acerca de la condición sexual de las mujeres con discapacidad:

• Las personas con discapacidad son asexuadas

Esto lo podemos observar de forma clara en aquellas personas que viven una discapacidad intelectual, y que a los ojos de la sociedad y de los que les rodean son vistos desde tópicos de la eterna infancia donde un determinado cociente intelectual parece definir la totalidad del individuo y de su mundo. Con frecuencia se habla de que tal o cual persona tiene una edad mental de cinco años cuando ya tiene 18 o 50 años. Entonces se piensa que es un niño o niña de cinco años como si esto correspondiera con el modo de vivir, sentir y desear de una persona de más edad pero cuya edad mental es otra. Así son definidos como sujetos asexuados que en forma similar a un niño, no poseen deseos, necesidades o intereses eróticos, existe además otra imagen estereotipada, aquella que supone una erótica descontrolada, desbordada, obsesiva, compulsiva y amenazante para los demás, aún cuando esta característica obedece más al patrón de los varones no podemos pasarla por alto si reflexionamos en el proceso de generalización antes expuesto.

Las personas con discapacidad no resultan atractivas sexualmente para otras personas

Sobre las mujeres con discapacidad recae también con mayor énfasis una serie de estereotipos sobre su imagen corporal y su feminidad. Hoy en día el aspecto físico es algo con gran aprecio en cualquier ámbito social y/o cultural, los medios de comunicación difunden una imagen “perfecta” de las mujeres, por cierto muy distinta a la realidad de las personas de la calle, no todas ni todos somos guapos, no todas tenemos medidas de 90-60-90, pero aún cuando una mujer con discapacidad tuviera esas medidas ¿también entrarían en los cánones de belleza? supongo que no, ya que carecería de otras virtudes que la harían social y atractivamente bella. Se reconoce la imagen física como una característica que determina el valor de la mujer y en última instancia sus oportunidades de matrimonio, por lo tanto la sociedad desacredita así su feminidad y maternidad.

• No debe despertarse su interés sexual, ya que son inocentes

La creencia popular establece que una persona discapacitada pierde su sexualidad y con ella, toda posibilidad de concebir un proyecto de vida familiar. Sin embargo, la sexualidad es una dimensión de la personalidad que está siempre presente en la conducta humana; es una función biológica y también el más profundo puente de encuentro, intimidad y comunicación de sentimientos y afectos.

Como se indica en una afirmación anterior, al juzgar que el discapacitado (a) vive una eterna infancia se le considera ser “inocente” por tanto no debemos despertar su interés sexual ni deseos amorosos. Según los resultados de la primer jornada acerca de Sexualidad y Afectividad en personas con Discapacidad Intelectual, el riesgo de embarazo adolescente en jóvenes con discapacidad es muy alto considerando que las tasas de abusos sexuales y violaciones no son menores, “las personas con discapacidad intelectual son más inocentes, ingenuas y manipulables, por lo que están mucho más expuestas a ser violentadas”. Esa es la razón por la que muchas familias optan por la esterilización, lo cual es rotundamente rechazado.

• El coito es la conducta sexual más importante

Otra situación de gran peso es el pensar que para que la sexualidad sea plena, tiene que haber relaciones sexuales que lleven al orgasmo, tras la penetración y el coito, menospreciando otro tipo de manifestaciones de afecto y caricias sexuales que son satisfactorias en sí mismas. El simple contacto físico, los besos, las caricias, la cercanía, la ternura y la intimidad pueden ser mucho más importantes que el orgasmo en sí mismo.

• Sólo los casados tienen derecho a la actividad sexual

Tradicionalmente, a causa de la influencia cristiano-católica, la vida sexual se ha circunscrito al matrimonio, al igual que la descendencia; el casamiento se reconoce y reconoció por mucho tiempo como único espacio legítimo para el placer -matrimonio heterosexual y con finalidad reproductiva-, lo contrario fue visto como fuente de maldad y perversión, como una vía de pecado.

• Las chicas retrasadas no tienen intereses sexuales

Aún cuando las mujeres con algún tipo de deficiencia mental corren un alto riesgo de sufrir violencia sexual, (algunos estudios presentados en los Indicadores de exclusión social de la mujer con discapacidad, demuestran que entre un 50 y un 90 % de personas con alguna discapacidad intelectual serán víctimas de acoso sexual antes de llegar a la edad adulta). A pesar de ser una problemática reconocida, muy pocos casos de violencia sexual llegan siquiera a ser comunicados por las mujeres que los han padecido. Esta falta de comunicación está asociada a mitos que recaen sobre las mujeres con discapacidades intelectuales: la creencia de que mienten, de que son sexualmente promiscuas, y de que no son testigos fiables; la creencia a destacar en este punto es que las mujeres con discapacidad “no tienen intereses sexuales” dogma formulado a través del desconocimiento y construcción imaginaria de “inocencia” que acompaña la discapacidad.

Las opiniones mencionadas se asientan sobre percepciones falsas, basadas en una generalización inflexible, que se resiste a revisiones y justificaciones. Los mitos y prejuicios concluyen en conductas discriminatorias, los derechos sexuales incluyen el derecho a explorar la propia sexualidad sin miedo, vergüenza, culpa, falsas creencias ni otros impedimentos, la libre expresión de los propios deseos y afectos, el derecho a escoger a nuestras parejas sin discriminación, el derecho al pleno respeto a la integridad física del cuerpo o el derecho a ser libres e independientes en la expresión de la propia orientación sexual o el derecho a la salud sexual, para lo cual se requiere acceso a toda la gama de información sobre sexualidad y salud sexual, educación y servicios confidenciales y accesibles de la más alta calidad.

En conclusión, cuando se promueve la inclusión plena y el goce de los derechos de las personas con discapacidad, es fundamental eliminar los mitos y creencias que se construyen en torno a este sector de la población. La falta de información, ignorancia, ausencia de empatía, son tierra fértil para generar contextos basados en premisas erróneas y discriminatorias, y establecen barreras muy difíciles de superar. Recordemos que los mitos son construcciones transmitidas a través de los años, el mito es una creación cultural.

BIBLIOGRAFÍA

Fuentes, Carlos. En: “Un recuento de sus mitos: La Globalización, el gran Invento de nuestro tiempo”, de Alberto Acosta, Ecuador Debate, 1999.

Indicadores de exclusión social de mujeres con discapacidad. Dimensiones y posibles indicadores de género y discapacidad. Universidad Autonoma de Barcelona. Ministerio de trabajo y asuntos sociales. seneca.uab.es/htorress/Documentos/dimensiones.PDF

José Bustamante Bellmunt. Mitos y derechos sexuales. Discasez.com. Atención sexológica al discapacitado. 2006 www.discasex.com/Article9.html - 17k

Mujeres y hombres en México 2007. Instituto Nacional de la Mujer. Publicación anual. Décima edición, 644 p.p.

Yolanda Muñoz González. Mujeres y discapacidad en México. Instituto Nacional de la Mujer. Dirección General de Promoción y Enlace. Primera edición. 2002

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