Educación, Globalización, Deshumanización. Por: Blanca Beatriz Díaz Alva

Educación, Globalización, Deshumanización

Blanca Beatriz Díaz Alva[1]

El tiempo urge, los niños crecen, y no podemos quedarnos sólo en pensar – la inclusión se realiza en la práctica! (MITTLER)

Resumen

Este trabajo hace una reflexión y un análisis crítico sobre algunos de los documentos de las Conferencias Iberoamericanas de Educación evidenciando los valores empresariales que el proceso de globalización, en su versión neoliberal, impregna de forma oculta en la educación, pasando a ser asumidos como valores auténticamente humanos que conducen al desarrollo tanto de la persona como de una sociedad más justa y equitativa. Trataremos de los siguientes puntos: El Derecho a la Educación y a la Dignidad Humana; La Educación Globalizada como Exclusión del Desarrollo Humano; Filtración de los Valores Humanos a través de la Economía.

Eje Temático: Participación e Inclusión.

Palabras Clave: Conferencias Iberoamericanas de Educación; Globalización; Exclusión.

1. Introducción

La educación se ha constituido en uno de los problemas sociales de mayor importancia. Constatase actualmente que ella ya no conduce a la perfección del hombre y a su felicidad, y lo que es peor, tal vez está cambiando radicalmente la concepción de “hombre” que la educación adopta. Hablar en educación en un mundo de cambio no significa simplemente señalar realísticamente las desigualdades económicas, culturales y cívicas en la sociedad, o utópicamente que todos los pueblos aspiran a tener un cierto grado de bienestar, de instrucción, de democracia, dándole a la educación un carácter de filantropía, de caridad, de bondad, o de nobleza de alma. Hablar en educación los días de hoy nos lleva a una profunda reflexión que nos coloca ante el terrible peligro de la pérdida de unidad de la misma especie humana, de su futuro, y sobre todo de la identidad del hombre en cuanto tal.

No sólo hay que temer el triste espectáculo de las desigualdades, de las privaciones y sufrimientos, hay que temer, más bien, las verdaderas polarizaciones que se han producido en el género humano, las cuales se han ido manifestando en la conformación de grupos superiores y grupos inferiores, en dueños y esclavos, en superhombres y en hominideos. Tampoco debemos sólo temer los riesgos de los conflictos, los desastres o la propia guerra, como por ejemplo, los medios de destrucción masiva, sino que debemos de temer la deshumanización emergente, terrible amenaza de la esencia del ser humano, deshumanización que afecta indistintamente, tanto a los privilegiados como a los sacrificados. Todos los hombres deberíamos sentirnos ofendidos por esta gravísima ofensa hecha a nuestra propia naturaleza humana (FAURE, 1973). En su esencia lo humano está siendo excluido! Este es el gran problema que la educación tiene que afrontar en el siglo XXI.

Esta es la gran urgencia que nos lleva inclusive a cuestionar la educación, porque a quien se educa es al hombre en cuanto ser humano y resulta imposible tratar el problema de la educación sin referirnos a la humanidad del hombre. Lo humano y lo educacional constituyen “significantes-significados” mutuamente referidos. Sin embargo, las dificultades que se encuentran al precisar el concepto de “hombre” se convierten en estorbo cuando se intenta esclarecer el concepto de “educación”. La exactitud del significado del proceso educador depende del rigor en el concepto del ente humano y viceversa (FULLAT, 1997).

Si la educación tiene por finalidad el mismo hombre, su promoción, el desarrollo de sus facultades, la búsqueda de su perfección, la realización de si mismo, cualquier otra finalidad deberá ser rechazada y excluida. El Informe para la UNESCO de la Comisión Internacional sobre Educación para el Siglo XXI (DELORS, 2003) así lo afirma cuando dice que:

la educación debe contribuir para el desarrollo total de la persona – espíritu y cuerpo, inteligencia, sensibilidad, sentido estético, responsabilidad personal, espiritualidad. Todo ser humano debe ser preparado, especialmente gracias a la educación que recibe en la juventud, para elaborar pensamientos autónomos y críticos y para formular sus propios juicios de valor, de modo a poder decidir, por si mismo, como actuar en las diferentes circunstancias de la vida.

A pesar de ese discurso, con la “globalización” y su ideología neoliberal el hombre pasa a ser simplemente medio, y no fin. La finalidad de la educación no es más el hombre y sí el desarrollo de la sociedad, especialmente en su aspecto económico.

Toda educación recibida procura una función en el mercado de trabajo, sin embargo, su finalidad no debería agotarse en esa función. Cuando una sociedad planifica su sistema educacional no debería tomar en cuenta únicamente el mundo de la producción económica. Las grandes finalidades de los procesos educacionales aparentemente siempre fueron dirigidos, además de la formación del hombre, a formar una ciudadanía democrática, responsable, solidaria y justa, preparada para participar de la creación de mejores condiciones de vida para la comunidad (TORRES, 2003, p. 149).

Sin entrar en la problemática tan compleja de la globalización y de la ideología neoliberal, señalaremos algunas de sus características que nos llevarán a comprender su aspecto contradictorio, ideología que, basándose en los derechos humanos y en valores humanos, excluye al mismo hombre como veremos.

Subsidios para el análisis que haremos en este artículo serán los documentos de las Conferencias Iberoamericanas de Educación. En ellos evidenciaremos los valores empresariales que el proceso de globalización en su versión neoliberal impregna de forma oculta en la educación pasando a ser asumidos como valores auténticamente humanos que conllevan al desarrollo tanto de la persona como de una sociedad más justa y equitativa. Trataremos de los siguientes puntos: El Derecho a la Educación y la Dignidad del Hombre; La Educación Globalizada como Exclusión del Desarrollo Humano; Filtración de los Valores Humanos a través de la Economía.

2. El Derecho a la Educación y la Dignidad del Hombre

La educación es uno de los derechos propios del hombre. Ellos nacen de su propia naturaleza y los diferencia de los animales. Son por tanto parte constitutiva de su dignidad. Sin embargo, decir que todo hombre tiene derecho a la educación se ha convertido en algo banal pues, como muchos otros conceptos, por más importantes que sean en la teoría ya no nos dicen nada en la práctica. La Declaración de la Revolución Francesa (1789) afirma que los derechos son naturales e inalienables, siendo entonces una de las características propias de todo hombre el poseer derechos. Estos no son el resultado de una conquista o merecimiento pues la dignidad pertenece a todo hombre por el simple hecho de ser hombre, es decir, el ser humano es sujeto de dignidad. Por lo tanto, los derechos deben ser vistos sobretodo como poderes que el hombre tiene por su propia naturaleza. Este sentido de la dignidad es decisivo porque fundamenta la igualdad de las personas y la universalidad de derechos (OLIVEIRA, 2003).

El ser humano, en cuanto sujeto de dignidad, debe ser considerado persona, independientemente de cualquier otra característica nata o adquirida, es decir, independientemente de raza, credo religioso, profesión, sexo, nacionalidad; todo ser humano debe ser respetado y exento de toda discriminación y exclusión. La distinción es clara cuando hacemos la diferencia entre lo que tiene precio y lo que tiene dignidad. Aquello que tiene precio puede ser sustituido por algo equivalente, mas quien tiene un valor que no es relativo, un valor interno, “aquello cuya existencia en si misma posee un valor absoluto, aquello que existe como un fin en si mismo y no solamente como medio, eso tiene una dignidad” (OLIVEIRA, 2003, p. 56).

Desde el punto de vista económico, la globalización amenaza la esencia de la naturaleza humana. Aquella es una amenaza porque excluye al hombre quitándole el derecho de su desarrollo como ser humano, es decir, lo deshumaniza colocando la producción económica como prioridad de sus preocupaciones. El hombre pasa a ser meramente un simple “recurso”, el llamado “recurso humano”, “capital humano”, un ingrediente importantísimo, no hay duda, del desarrollo económico. En esa ideología de los llamados recursos humanos, los seres humanos son considerados apenas como simples factores del proceso de producción, es decir, solo como medios y no como fines (DELORS, 1996, p. 81). Pensar en la educación como utilidad, en la medida en que contribuye para aumentar la producción de bienes, equivale a transformar el ser humano en objeto, en una simple máquina y, por lo tanto, susceptible de sustitución por “otra” máquina. El ser humano tiene otras finalidades que no son únicamente las económicas. Los hombres necesitan de educación para poder ser más humanos, es decir, desarrollar y ejercer su libertad, crear un mundo más habitable, más solidario, influir y participar del cambio social para construir un mundo más justo y equitativo (TORRES, 2003, p. 151).

La ideología neoliberal da la globalización crea una nueva cultura que trata de convencer de que estamos delante de un nuevo y único modelo de ser humano, propagando de esta forma un pesimismo que niega la posibilidad de cambio, llevando a una actitud pasiva y de sumisión. Este modelo beneficia a pocas personas y condena grandes contingentes de la población a la pobreza y a la exclusión (TORRES, 2003).

3. La Educación Globalizada como Exclusión del Desarrollo Humano

La globalización parece ser un fenómeno inevitable, sin embargo no es necesariamente inevitable el rumbo que asume este proceso. La dimensión económica no debería ser la única forma de entender o promover la globalización. La globalización va mucho más allá de la cuestión económica, ella alcanza dimensiones culturales, políticas, sociales, lingüísticas y educativas. A pesar de estar asociada a la dinámica histórica del desarrollo de nuestras sociedades, el proceso globalizador es, en su forma, una opción (GENTILI, 2004).

La palabra “global” nos sugiere la misma idea que de conjunto, de entero, de total.

Nos remite a un sentido de integración. De esta manera el término “global” nos lleva a suponer que el objeto al cual es aplicado es, o tiende a ser integral, integrado, incluido, pues no presenta quiebras ni fracturas para pensar lo contrario.

Así, “globalizar” es completamente distinto a dividir, marginar, expulsar, excluir.

Pensar el término “globalizar” como refiriéndose a una realidad que expulsa, margina, divide, excluye, no por casualidad, o por accidente, mas sí como norma o regularidad, es un contrasentido haciendo difícil su comprensión.

En ese sentido el término “global” oculta una de las características esenciales de la mundialización, a saber, un doble movimiento de polarización, componente central de la acción de un capital “liberado”. Polarización que primero es al interior de cada país para después pasar a ser internacional, creando un grande abismo entre los países que forman parte de los oligopolios y aquellos que se encuentran marginados o en la periferia. Así la economía “globalizada” es excluyente, porque está dirigida únicamente por el movimiento del capital y nada más (GENTILI, 2004).

El Documento de Trabajo de la VIII Conferencia Iberoamericana de Educación realizada en Sintra, Portugal (1998), el cual sirve de referencia para la VIII Conferencia de Educación preveía los problemas que la globalización traería consigo, concretamente para la educación. El documento advertía que su dinámica era selectiva e excluyente, a nivel económico, por colocar barreras a la participación de los países menos favorecidos generando jerarquías participativas; exigía también permanente actualización en cuanto a los “recursos humanos” pasando a ser potencialmente marginalizadora, pues hay agentes que no consiguen participar por no tener opción a dicha actualización, y otros que, después de haber entrado en el ritmo de dicho sistema no pueden seguirlo. Así, el documento afirmaba que: el mayor riesgo que traería la globalización para nuestros países de América Latina consistiría en aumentar los fenómenos de la exclusión social (Parág. 6.1). Siendo selectiva los países del sur podrían fragmentarse aún más, pues al serlo margina un número grande de países que no disponen de condiciones para conectarse con la economía global, pudiendo incluso, quedar excluidos del proceso. El documento hacía la siguiente pregunta: ¿Esos países estarán obligados a regresar a la economía de la subsistencia? (Parág. 3.3).

El peligro de exclusión había sido ya mencionado también en el Informe de la UNESCO de 1996, cuando proféticamente decía: Que el próximo siglo dominado por la globalización traería consigo tensiones duraderas para superar tensiones entre lo global y lo local, lo universal y lo individual, la tradición y la modernidad, las consideraciones a largo y a corto plazo, la competición y la igualdad de oportunidad, la expansión ilimitada de conocimientos y la capacidad limitada de los seres humanos para asimilar todo eso.

El resurgir educacional se debe, primeramente, a que los procesos de la globalización, en su versión neoliberal, colocan en primer plano el valor, incluso económico, del conocimiento –y, por consiguiente, de los mecanismos que permiten su progreso y su diseminación–, de la investigación y de la educación. La segunda razón es que los procesos de globalización no serían posibles sin la concurrencia de la tecnología incluso porque la capacidad de aprovechamiento y de desarrollo tecnológico de un país depende estrechamente de la formación de sus “recursos humanos”. Estas dos razones transforman la educación en uno de los principales elementos para sacar el mayor partido posible de los procesos de globalización. Estas dos razones también exigen la configuración de sistemas educativos extremamente flexibles y adaptables a demandas y a contextos rápidamente cambiantes (Documento de Trabajo de SINTRA, 1998).

En ese sentido el fenómeno educativo es adaptado a una situación meramente económica, empresarial, comercial. Pues, una economía en que el conocimiento puede llegar a ser el principal productor de riquezas se siente en el derecho de imponer a la sociedad instituciones de educación con exigencias de mayor eficacia y responsabilidad técnica para una aún mayor economía, pasando a ser la educación considerada como un fenómeno esencialmente productivo en cuanto genera mayor desarrollo económico.

De esta manera la educación tiene como meta la obtención de empleos mediante el trabajo, como queda expresado en la I Conferencia Iberoamericana sobre Educación, Trabajo y Empleo (1989). Ahí se dice: “Asistimos por lo tanto, a una recuperación de la relación educación-trabajo, una de cuyas manifestaciones es la revalorización de la formación profesional” (n. 19). Esta finalidad de la educación como preparación para el mundo del trabajo queda expresamente también manifiesta en la IV Conferencia Iberoamericana de Educación, en Salvador, Bahía - Brasil en 1993.

4. Filtración de los Valores Humanos y los Nuevos Valores para una Educación Globalizada

En 1989, por primera vez en la historia, los países Iberoamericanos representados por sus Ministros de Educación, convocados por la Organización de los Estados Iberoamericanos para a Educación, la Ciencia y la Cultura, se reunieron en la ciudad de La Habana, Cuba, para reflexionar, examinar, deliberar y tomar decisiones en forma conjunta sobre los nuevos rumbos que la Educación debería tomar y para hacer frente a una crisis de carácter estructural, que afecta profundamente a los agentes económicos, al Estado, al modo de producción, a la inserción externa, y en general a la sociedad que se está desarrollando de forma caótica (I Conferencia de Educación, LA HABANA, 1989).

Ante la situación de aceptar tal cual la globalización que se presenta con sus características propias, y frente a cuya realidad la educación puede dar una respuesta mecánica y acrítica, o reconocer en profundidad la existencia de este proceso como un hecho de la realidad que se inscribe con fuerza en la historia contemporánea, y que quizá estará presente por mucho tiempo en el futuro de la humanidad, los representantes de los países de Iberoamérica optan por “las oportunidades que puede ofrecer este proceso”, como ser alternativas más democráticas, de mejor manejo de los propios recursos y capacidad productiva, de una mayor voluntad y capacidad para abrir espacios de libertad y justicia para nuestras sociedades, cambiando el rostro valórico desde el individualismo competitivo hacia el mundo de la solidaridad y la comunión de intereses (Parág. 7).

Así, la educación se convierte en el objetivo prioritario de las políticas de los Estados por ser elemento esencial de los procesos y estrategias orientados al desarrollo, con las consecuencias presupuestarias que de esto se deriven (Declaración de GUADALUPE - España, 1992). Y para ello se solicita a los gobernantes de cada nación, “la ejecución de un programa conjunto de educación para el trabajo… que favorezca la toma de conciencia del valor de la educación y del papel que ésta juega al servicio de la democracia, el desarrollo económico y social y la integración de los países” (Ibidem).

A ello se suman los problemas señalados por los representantes de las Conferencias Iberoamericanas, cuando declaran que: “Ante esta situación actual y los desafíos que en el futuro enfrentarán nuestros pueblos, la educación presenta carencias y debilidades cuya superación no admite: el analfabetismo, la falta de escolarización, los altos niveles de repitencia y abandono, deterioro de la educación y las limitaciones laborales y profesionales a que se enfrentan los docentes, entre otros problemas, exigen una urgente y eficaz intervención (Declaración de GUADALUPE – España, 1992)

En el fondo de todo este problema se encuentra un “ataque a la igualdad de los ideales, a la normas y a los valores. La amenaza a los valores de igualdad de una sociedad democrática no se expresa de forma explícita, ella se encuentra oculta en los discursos referidos a la formación del ciudadano, el aumento a la competitividad, el nivel de empleo, modelos y calidad de un sistema educacional que se considera en crisis total. Esos ataques representan tentativas de reintegrar la educación en una agenda económica nacional y global (APPLE, p. 45).

La educación ha pasado a adoptar los argumentos de la capacitación profesional, es decir, habilitar apenas para encontrar empleo, de preferencia que sea bien renumerado (TORRES, 2003, p. 30). La capacidad de trabajar es exactamente lo que distingue los seres humanos de los otros animales. El trabajo es la esencia del hombre. Es la acción que hace que el ser humano sea verdaderamente humano, al transformar el mundo, y en ese gesto, transformarse él mismo. El hombre es un ser que trabaja, por el trabajo transitamos de una naturaleza humana, concebida como algo de carácter inmutable, para una condición humana, algo que se construye a partir de la acción creadora. Vista de esta manera la idea de trabajo no se separa de la idea de sociedad, en la medida en que es como los otros que el hombre trabaja y crea cultura. Pero infelizmente la noción de trabajo se ve marcada por un cierto matiz de carácter ideológico, que se debe evitar (RIOS, 1997).

La “ciudadanía” es otro de los aspectos filtrados por los valores comerciales. A partir de los modelos de de economía neoliberal, es estimulada para formar un conjunto de consumidores, en un mundo en que la economía tiene apenas una regla: todo en pro de la obtención de lucros para el empresario (TORRES, 2003, p. 31). El sistema educacional es utilizado como una institución bancaria, en que son realizados inversiones en estudios y títulos con los cuales se podrá obtener un puesto de trabajo y obtener beneficios económicos y sociales. La idea de “consumidor” es esencial porque para la ideología neoliberal el mundo es un gran supermercado donde la educación, como un bien de consumo, implica promover una mentalidad consumista en sus usuarios: profesores y alumnos. Estimula a considerar el trabajo escolar y las ofertas de formación del punto de vista de consumidores, es decir, de su valor de cambio en el mercado, de los beneficios que puede producir, esta o aquella, investigación, disciplina, especialidad y título, La institución escolar sólo es considerada imprescindible como recurso para obtener en el futuro, importantes beneficios privados, para enriquecimiento personal. (TORRES, 2003, p. 31-32).

En efecto, la V Conferencia Iberoamericana de Educación, realizada en Buenos Aires, en 1995, en sus declaraciones considera la educación como un factor de inversión social: “la promoción de la formación de ciudadanos deberá realizarse en el marco de lo social”. En Sintra, en 1998, se declara, “que es necesario responder a los requerimientos de la globalización por medio de la promoción de la educación a lo largo de la vida y la profundización de la ínter comprensión, con vistas a una ciudadanía participativa y responsable, para lo cual proponen: “Continuar nuestros esfuerzos orientados a elevar el nivel de calidad de nuestros sistemas educativos, garantizando por medio de la pertinencia y la flexibilidad de los currículos así como de la relevancia de los aprendizajes, una sólida formación básica de ciudadanos responsables, solidarios, competentes y con capacidad suficiente de adaptación a los cambios” (Declaración de SINTRA, 1998).

Referencias

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Delors, J. Educação Um tesouro a descobrir. Relatório para a UNESCO da Comissão Internacional sobre Educação para o Século XXI. São Paulo: Cortez Ed., 2003.
Faure, E. Aprender a Ser. UNESCO, Chile: Ed. Universitaria, 1973.
Fullat, O. Antropología de la Educación. Barcelona: Ed. Ariel, S.A., 1997.
Limoneiro-Cardoso, M. Ideología da globalização e (des)caminhos da ciência social. In: Gentili, P. (Org.). Globalização Excludente. Desigualdades, exclusão e democracia na nova orden mundial. Petropolis: Ed. Vozes, 2002.
OEI. I Conferencia Iberoamericana de Educación. La Habana – Cuba, 1989.
OEI. II Conferencia Iberoamericana de Educación. Declaración de Guadalupe, Sevilla – España, 1992.
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OEI. VIII Conferencia Iberoamericana de Educación - Documento de Trabajo. Sintra-Portugal, 1998.
OEI. IX Conferencia Iberoamericana de Educación – Documento de Trabajo. La Habana – Cuba, 1999.
Oliveira, Graciela. Dignidade e Direitos Humanos. Curitiba – Paraná: UFPR, 2003.
Torres Santomé, J. A Educação em Tempos de Neoliberalismo. Porto Alegre: Artmed, 2003.
Rios, T. A Dimensão Ética da Profissão. In: HYPN0Σ. Ethos, Ética. Centro de Estudios da Antigüedade Grego-Romana (CEAG). São Paulo, EDUC: Palas Athenas, 1997.

[1] Investigadora de la línea Cultura, Saberes y Prácticas Escolares, Programa de Posgrado de la Universidad Federal de Paraná, Brasil y del Grupo Interdisciplinar Educación para la Integración de la Asociación de Universidades del Grupo Montevideo – AUGM. E-mail: beadoce@terra.com.br

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