Prólogo al libro "Educando en y para la diversidad"*


Por María Azucena Sánchez Aburto
Docente de la Universidad Pedagógica Nacional
Unidad UPN 301, Xalapa, Ver.

“Reconstruyamos la casa que nos albergue a todos o erijámosla si es que nunca la hemos tenido”. La concisa frase, dirigida por Miguel Ángel Granados Chapa al final de su discurso, al recibir la medalla Belisario Domínguez en el Senado de la República, nos recuerda que asistimos a un momento, en que la sociedad se plantea amplias expectativas sobre la educación y que nos llevan a cuestionar seriamente el papel que ésta, ha desempeñado hasta nuestros días. Un momento en el que “El objetivo de conseguir escuelas inclusivas, se ha convertido en una de las primeras aspiraciones de todos aquellos que defienden la equidad en la educación” (Marchesi, 2000: p.21), considerando que la educación “… es patrimonio y responsabilidad de muchos agentes sociales y en ellas se progresa a través de múltiples experiencias y a lo largo de toda la vida.” (Marchesi, 2005: p. 7).

Misión difícil, sin embargo, hablar de educación inclusiva, sin mirar los riesgos y probabilidades de errar en la palabra y pasar a formar parte de una nueva forma de control sobre la heterogeneidad, de una nueva forma de explotación, en donde la diversidad está en riesgo de pasar, de ser el valor de la humanidad, a ser un objeto útil, y a pesar de ser tan antigua como la humanidad misma, en riesgo de pasar a ser una recién descubierta y prometedora parcela lista para ser colonizada. En donde el tema de la atención a la diversidad pueda constituirse en materia prima para el discurso hábil, si acaso no anteponemos la intención ética, el camino congruente entre palabras y acciones que se bifurcan y van dejando huellas significativas que por fortuna, hacen más caminos y senderos, pero que en el peor de los casos, son imposibles de borrar.

Hemos sido testigos en diferentes momentos de la historia de un México cuyo proyecto de civilización, ha estado marcado por la exclusión, la discriminación, la expulsión social, la invisibilización social y la segregación de amplios sectores de la población sumergidos en lo que Gilberto Rincón Gallardo (2006: p. 5), denominó un “decurso de inequidad e iniquidad”. Un proceso que ha sido consentido, promovido, solapado, propiciado e institucionalizado hegemónicamente en nuestro país, en donde recientemente se ha generado una división de la población, sustentada en el conveniente supuesto de los encargados de garantizar la democracia, de que hay dos tipos de ciudadanos, aquellos que son necesarios e indispensables y los otros, que son un peligro para México, el México que conviene a intereses económicos y políticos neoliberales, el cual, se parece mucho al México imaginario de Guillermo Bonfil Batalla (1994), aquél en el cual, uno de los primeros excluidos socialmente, fue el indígena“…el colonizado, (el que) fue útil en la medida en la que se convirtió en objeto de explotación; fue hostil y enemigo cuando la intentó evadir o la puso en riesgo; fue indiferente o ignorado cuando permaneció al margen del México ocupado…” (p. 138), y hacia él una serie de acciones para despojarle de recursos y elementos culturales de su patrimonio histórico.

Los registros de injusticia, opresión y exclusión que ha vulnerado a las mujeres; las prácticas criminales, consentidas por el silencio y el ocultamiento social; humillaciones y discriminación invisibilizadas de manera sistémica dirigidas hacia personas y grupos de personas, dan cuenta de un México afectado por la desigualdad, la pobreza y la falta de ciudadanía plena, en donde podemos apreciar, con base en la investigación realizada en 2001, por la Comisión Ciudadana de Estudios contra la discriminación, que las principales formas de discriminación reproducidas en nuestro país, son, por género, por pertenencia étnica, por edad, por discapacidad, religiosa, por preferencia sexual, y a migrantes. Por eso no podemos hablar de educación inclusiva sin caer en cuenta que al hacerlo hay dos tensiones que debemos enfrentar: Por una parte, la tensión ejercida por la fuerza de la ética y la razón del ser que exige, demanda y propone un cambio, del ser que está dispuesto a afrontar el desencuentro, porque lograr cambios, trae consigo más tensiones; por otra parte, la tensión generada por la tradición que se empeña en mantener un orden inalterable y conveniente, que tan sólo alcanza a vislumbrar la posibilidad de un cambio en el asumir la diferencia como un hecho necesario para la estabilidad social, posición desde la cual, la inclusión, permanece en la dimensión del discurso pero se cristaliza una y otra vez, en acciones encubiertas de exclusión y discriminación, que si bien, no nacen en la escuela, “…en ella encuentran, un lugar donde reproducirse, reflejarse y al mismo tiempo esconderse (al cobijo) de la indiferencia y la validación de comportamientos a pesar de ser socialmente inaceptables, que se traducen en claras actitudes de intolerancia ante la diversidad.” (CONAPRED, 2005: p. 7).

En este sentido, es necesario llevar a cabo un ejercicio de reflexión y de análisis en torno al papel del profesorado rumbo a la construcción de una educación incluyente, es necesario también asumir el hecho de que estamos inmersos en contextos en los que se reproduce cultura, se cristalizan políticas y se efectúan prácticas más o menos excluyentes que incluyentes, de impacto, no sólo en las personas vulneradas, sino en la comunidad escolar en su conjunto.

Si reconocemos nuestra participación en la formación integral que contribuya a que los alumnos tengan una efectiva integración a la sociedad de la cual forman parte; debemos entonces, estar también en la disposición de reconocer que nuestro trabajo, “…puede estar separado de este propósito y que nuestra práctica en lugar de promover la inclusión puede estar orientada a la exclusión” (Izarra, 2005, en: www.educadoressociales05.org 4 de junio de 2009). Lo que nos sitúa en posición de asumir responsabilidades y retos, y es en ese camino, que nueve docentes de la Universidad Pedagógica Nacional, se han dado cita en el presente libro, luego de un arduo trabajo colaborativo, para dialogar, para compartir su experiencia, en una aportación que en mi opinión, es uno de los primeros aportes documentados, en esta Casa de Estudios, con una profunda comprensión del camino que la construcción de la noción de inclusión, ha ido permeando en los proyectos educativos institucionales; de la forma en la que se ha ido gestando un imaginario en torno a las propuestas de atención a la diversidad, en el profesorado de la UPN.

El hecho de que los co-autores del libro, sean docentes de la UPN, institución, por tradición formadora de docentes en todo el territorio nacional, asegura que tendrá un efecto muy positivo sobre esta obra, la cual representa una fuente de información acerca de:

• Las nociones de diferencia, diversidad y desigualdad en el contexto de la sociedad latinoamericana, como en el caso de México, en donde vista desde intereses hegemónicos, parece oponerse a la unidad y a la homogeneidad, constituyéndose en un peligro, en lugar de erigirse como un patrimonio humano.

• La incorporación de la conflictividad derivada de las desigualdades y las diferencias sociales, en las agendas de los gobiernos y los organismos multilaterales.

• El significado de la inclusión; de las perspectivas inherentes a las propuestas de atención a la diversidad, desde la propia institución educativa.

• El imaginario que emana del sujeto que es a la vez miembro de una comunidad escolar excluyente, como profesionista en determinados contextos educativos, y es también, familiar de alumnos que han vivido la exclusión escolar;

• La experiencia profesional en el camino recorrido en las propuestas de atención a la diversidad, donde se plantean interrogantes muy significativas en relación a las condiciones bajo las que se lleva a cabo la formación docente.

• El intrincado camino que se sigue en dimensiones de la educación que pretende ser integral, en aspectos tan inherentes al desarrollo humano como lo es el de la sexualidad.

• La formación profesional del docente indígena.

• La importancia de visualizar estrategias de intervención que permitan la creación de ambientes de aprendizaje y entornos incluyentes, a través del manejo del arte y la educación estética.

Los temas señalados son una invitación a conocer el libro, a reflexionar sobre todos sus elementos y a sumarse en la construcción de una casa que nos albergue a todos, ya que como bien lo apunta Pablo Neruda: “Nuestras estrellas principales son la lucha y la esperanza. Pero no hay lucha ni esperanza solitarias…”. (Citado por Núñez, 2005; p. 1)

Bibliografía

BONFIL Batalla, Guillermo (1989). México Profundo. Una Civilización Negada. México, Grijalbo.

CONAPRED (2005). La discriminación en la escuela. México.

IZARRA, Douglas (2005), “Inclusión- Exclusión, una mirada desde la formación docente”, en: www.educadoressociales05.org 4 de junio de 2009.

NÚÑEZ, Violeta (2005). “Conferencia: Participación y Educación Social”, En: XVI Congreso Mundial Educadores Sociales. Uruguay. AIEGI.

RINCÓN Gallardo, Gilberto. “Presentación”, en: SERRET, Estela (2006). Discriminación de género, las inconsecuencias de la democracia. México, CONAPRED.

*Tomado de: SALGADO, Rosa Ma. y HERNÁNDEZ, Concepción (Coord.) (2009). Educando en y para la diversidad. México/UPN.

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