Prólogo al libro "Educando en y para la diversidad"*


Por María Azucena Sánchez Aburto
Docente de la Universidad Pedagógica Nacional
Unidad UPN 301, Xalapa, Ver.

“Reconstruyamos la casa que nos albergue a todos o erijámosla si es que nunca la hemos tenido”. La concisa frase, dirigida por Miguel Ángel Granados Chapa al final de su discurso, al recibir la medalla Belisario Domínguez en el Senado de la República, nos recuerda que asistimos a un momento, en que la sociedad se plantea amplias expectativas sobre la educación y que nos llevan a cuestionar seriamente el papel que ésta, ha desempeñado hasta nuestros días. Un momento en el que “El objetivo de conseguir escuelas inclusivas, se ha convertido en una de las primeras aspiraciones de todos aquellos que defienden la equidad en la educación” (Marchesi, 2000: p.21), considerando que la educación “… es patrimonio y responsabilidad de muchos agentes sociales y en ellas se progresa a través de múltiples experiencias y a lo largo de toda la vida.” (Marchesi, 2005: p. 7).

Misión difícil, sin embargo, hablar de educación inclusiva, sin mirar los riesgos y probabilidades de errar en la palabra y pasar a formar parte de una nueva forma de control sobre la heterogeneidad, de una nueva forma de explotación, en donde la diversidad está en riesgo de pasar, de ser el valor de la humanidad, a ser un objeto útil, y a pesar de ser tan antigua como la humanidad misma, en riesgo de pasar a ser una recién descubierta y prometedora parcela lista para ser colonizada. En donde el tema de la atención a la diversidad pueda constituirse en materia prima para el discurso hábil, si acaso no anteponemos la intención ética, el camino congruente entre palabras y acciones que se bifurcan y van dejando huellas significativas que por fortuna, hacen más caminos y senderos, pero que en el peor de los casos, son imposibles de borrar.

Hemos sido testigos en diferentes momentos de la historia de un México cuyo proyecto de civilización, ha estado marcado por la exclusión, la discriminación, la expulsión social, la invisibilización social y la segregación de amplios sectores de la población sumergidos en lo que Gilberto Rincón Gallardo (2006: p. 5), denominó un “decurso de inequidad e iniquidad”. Un proceso que ha sido consentido, promovido, solapado, propiciado e institucionalizado hegemónicamente en nuestro país, en donde recientemente se ha generado una división de la población, sustentada en el conveniente supuesto de los encargados de garantizar la democracia, de que hay dos tipos de ciudadanos, aquellos que son necesarios e indispensables y los otros, que son un peligro para México, el México que conviene a intereses económicos y políticos neoliberales, el cual, se parece mucho al México imaginario de Guillermo Bonfil Batalla (1994), aquél en el cual, uno de los primeros excluidos socialmente, fue el indígena“…el colonizado, (el que) fue útil en la medida en la que se convirtió en objeto de explotación; fue hostil y enemigo cuando la intentó evadir o la puso en riesgo; fue indiferente o ignorado cuando permaneció al margen del México ocupado…” (p. 138), y hacia él una serie de acciones para despojarle de recursos y elementos culturales de su patrimonio histórico.

Los registros de injusticia, opresión y exclusión que ha vulnerado a las mujeres; las prácticas criminales, consentidas por el silencio y el ocultamiento social; humillaciones y discriminación invisibilizadas de manera sistémica dirigidas hacia personas y grupos de personas, dan cuenta de un México afectado por la desigualdad, la pobreza y la falta de ciudadanía plena, en donde podemos apreciar, con base en la investigación realizada en 2001, por la Comisión Ciudadana de Estudios contra la discriminación, que las principales formas de discriminación reproducidas en nuestro país, son, por género, por pertenencia étnica, por edad, por discapacidad, religiosa, por preferencia sexual, y a migrantes. Por eso no podemos hablar de educación inclusiva sin caer en cuenta que al hacerlo hay dos tensiones que debemos enfrentar: Por una parte, la tensión ejercida por la fuerza de la ética y la razón del ser que exige, demanda y propone un cambio, del ser que está dispuesto a afrontar el desencuentro, porque lograr cambios, trae consigo más tensiones; por otra parte, la tensión generada por la tradición que se empeña en mantener un orden inalterable y conveniente, que tan sólo alcanza a vislumbrar la posibilidad de un cambio en el asumir la diferencia como un hecho necesario para la estabilidad social, posición desde la cual, la inclusión, permanece en la dimensión del discurso pero se cristaliza una y otra vez, en acciones encubiertas de exclusión y discriminación, que si bien, no nacen en la escuela, “…en ella encuentran, un lugar donde reproducirse, reflejarse y al mismo tiempo esconderse (al cobijo) de la indiferencia y la validación de comportamientos a pesar de ser socialmente inaceptables, que se traducen en claras actitudes de intolerancia ante la diversidad.” (CONAPRED, 2005: p. 7).

En este sentido, es necesario llevar a cabo un ejercicio de reflexión y de análisis en torno al papel del profesorado rumbo a la construcción de una educación incluyente, es necesario también asumir el hecho de que estamos inmersos en contextos en los que se reproduce cultura, se cristalizan políticas y se efectúan prácticas más o menos excluyentes que incluyentes, de impacto, no sólo en las personas vulneradas, sino en la comunidad escolar en su conjunto.

Si reconocemos nuestra participación en la formación integral que contribuya a que los alumnos tengan una efectiva integración a la sociedad de la cual forman parte; debemos entonces, estar también en la disposición de reconocer que nuestro trabajo, “…puede estar separado de este propósito y que nuestra práctica en lugar de promover la inclusión puede estar orientada a la exclusión” (Izarra, 2005, en: www.educadoressociales05.org 4 de junio de 2009). Lo que nos sitúa en posición de asumir responsabilidades y retos, y es en ese camino, que nueve docentes de la Universidad Pedagógica Nacional, se han dado cita en el presente libro, luego de un arduo trabajo colaborativo, para dialogar, para compartir su experiencia, en una aportación que en mi opinión, es uno de los primeros aportes documentados, en esta Casa de Estudios, con una profunda comprensión del camino que la construcción de la noción de inclusión, ha ido permeando en los proyectos educativos institucionales; de la forma en la que se ha ido gestando un imaginario en torno a las propuestas de atención a la diversidad, en el profesorado de la UPN.

El hecho de que los co-autores del libro, sean docentes de la UPN, institución, por tradición formadora de docentes en todo el territorio nacional, asegura que tendrá un efecto muy positivo sobre esta obra, la cual representa una fuente de información acerca de:

• Las nociones de diferencia, diversidad y desigualdad en el contexto de la sociedad latinoamericana, como en el caso de México, en donde vista desde intereses hegemónicos, parece oponerse a la unidad y a la homogeneidad, constituyéndose en un peligro, en lugar de erigirse como un patrimonio humano.

• La incorporación de la conflictividad derivada de las desigualdades y las diferencias sociales, en las agendas de los gobiernos y los organismos multilaterales.

• El significado de la inclusión; de las perspectivas inherentes a las propuestas de atención a la diversidad, desde la propia institución educativa.

• El imaginario que emana del sujeto que es a la vez miembro de una comunidad escolar excluyente, como profesionista en determinados contextos educativos, y es también, familiar de alumnos que han vivido la exclusión escolar;

• La experiencia profesional en el camino recorrido en las propuestas de atención a la diversidad, donde se plantean interrogantes muy significativas en relación a las condiciones bajo las que se lleva a cabo la formación docente.

• El intrincado camino que se sigue en dimensiones de la educación que pretende ser integral, en aspectos tan inherentes al desarrollo humano como lo es el de la sexualidad.

• La formación profesional del docente indígena.

• La importancia de visualizar estrategias de intervención que permitan la creación de ambientes de aprendizaje y entornos incluyentes, a través del manejo del arte y la educación estética.

Los temas señalados son una invitación a conocer el libro, a reflexionar sobre todos sus elementos y a sumarse en la construcción de una casa que nos albergue a todos, ya que como bien lo apunta Pablo Neruda: “Nuestras estrellas principales son la lucha y la esperanza. Pero no hay lucha ni esperanza solitarias…”. (Citado por Núñez, 2005; p. 1)

Bibliografía

BONFIL Batalla, Guillermo (1989). México Profundo. Una Civilización Negada. México, Grijalbo.

CONAPRED (2005). La discriminación en la escuela. México.

IZARRA, Douglas (2005), “Inclusión- Exclusión, una mirada desde la formación docente”, en: www.educadoressociales05.org 4 de junio de 2009.

NÚÑEZ, Violeta (2005). “Conferencia: Participación y Educación Social”, En: XVI Congreso Mundial Educadores Sociales. Uruguay. AIEGI.

RINCÓN Gallardo, Gilberto. “Presentación”, en: SERRET, Estela (2006). Discriminación de género, las inconsecuencias de la democracia. México, CONAPRED.

*Tomado de: SALGADO, Rosa Ma. y HERNÁNDEZ, Concepción (Coord.) (2009). Educando en y para la diversidad. México/UPN.

Educación, Globalización, Deshumanización. Por: Blanca Beatriz Díaz Alva

Educación, Globalización, Deshumanización

Blanca Beatriz Díaz Alva[1]

El tiempo urge, los niños crecen, y no podemos quedarnos sólo en pensar – la inclusión se realiza en la práctica! (MITTLER)

Resumen

Este trabajo hace una reflexión y un análisis crítico sobre algunos de los documentos de las Conferencias Iberoamericanas de Educación evidenciando los valores empresariales que el proceso de globalización, en su versión neoliberal, impregna de forma oculta en la educación, pasando a ser asumidos como valores auténticamente humanos que conducen al desarrollo tanto de la persona como de una sociedad más justa y equitativa. Trataremos de los siguientes puntos: El Derecho a la Educación y a la Dignidad Humana; La Educación Globalizada como Exclusión del Desarrollo Humano; Filtración de los Valores Humanos a través de la Economía.

Eje Temático: Participación e Inclusión.

Palabras Clave: Conferencias Iberoamericanas de Educación; Globalización; Exclusión.

1. Introducción

La educación se ha constituido en uno de los problemas sociales de mayor importancia. Constatase actualmente que ella ya no conduce a la perfección del hombre y a su felicidad, y lo que es peor, tal vez está cambiando radicalmente la concepción de “hombre” que la educación adopta. Hablar en educación en un mundo de cambio no significa simplemente señalar realísticamente las desigualdades económicas, culturales y cívicas en la sociedad, o utópicamente que todos los pueblos aspiran a tener un cierto grado de bienestar, de instrucción, de democracia, dándole a la educación un carácter de filantropía, de caridad, de bondad, o de nobleza de alma. Hablar en educación los días de hoy nos lleva a una profunda reflexión que nos coloca ante el terrible peligro de la pérdida de unidad de la misma especie humana, de su futuro, y sobre todo de la identidad del hombre en cuanto tal.

No sólo hay que temer el triste espectáculo de las desigualdades, de las privaciones y sufrimientos, hay que temer, más bien, las verdaderas polarizaciones que se han producido en el género humano, las cuales se han ido manifestando en la conformación de grupos superiores y grupos inferiores, en dueños y esclavos, en superhombres y en hominideos. Tampoco debemos sólo temer los riesgos de los conflictos, los desastres o la propia guerra, como por ejemplo, los medios de destrucción masiva, sino que debemos de temer la deshumanización emergente, terrible amenaza de la esencia del ser humano, deshumanización que afecta indistintamente, tanto a los privilegiados como a los sacrificados. Todos los hombres deberíamos sentirnos ofendidos por esta gravísima ofensa hecha a nuestra propia naturaleza humana (FAURE, 1973). En su esencia lo humano está siendo excluido! Este es el gran problema que la educación tiene que afrontar en el siglo XXI.

Esta es la gran urgencia que nos lleva inclusive a cuestionar la educación, porque a quien se educa es al hombre en cuanto ser humano y resulta imposible tratar el problema de la educación sin referirnos a la humanidad del hombre. Lo humano y lo educacional constituyen “significantes-significados” mutuamente referidos. Sin embargo, las dificultades que se encuentran al precisar el concepto de “hombre” se convierten en estorbo cuando se intenta esclarecer el concepto de “educación”. La exactitud del significado del proceso educador depende del rigor en el concepto del ente humano y viceversa (FULLAT, 1997).

Si la educación tiene por finalidad el mismo hombre, su promoción, el desarrollo de sus facultades, la búsqueda de su perfección, la realización de si mismo, cualquier otra finalidad deberá ser rechazada y excluida. El Informe para la UNESCO de la Comisión Internacional sobre Educación para el Siglo XXI (DELORS, 2003) así lo afirma cuando dice que:

la educación debe contribuir para el desarrollo total de la persona – espíritu y cuerpo, inteligencia, sensibilidad, sentido estético, responsabilidad personal, espiritualidad. Todo ser humano debe ser preparado, especialmente gracias a la educación que recibe en la juventud, para elaborar pensamientos autónomos y críticos y para formular sus propios juicios de valor, de modo a poder decidir, por si mismo, como actuar en las diferentes circunstancias de la vida.

A pesar de ese discurso, con la “globalización” y su ideología neoliberal el hombre pasa a ser simplemente medio, y no fin. La finalidad de la educación no es más el hombre y sí el desarrollo de la sociedad, especialmente en su aspecto económico.

Toda educación recibida procura una función en el mercado de trabajo, sin embargo, su finalidad no debería agotarse en esa función. Cuando una sociedad planifica su sistema educacional no debería tomar en cuenta únicamente el mundo de la producción económica. Las grandes finalidades de los procesos educacionales aparentemente siempre fueron dirigidos, además de la formación del hombre, a formar una ciudadanía democrática, responsable, solidaria y justa, preparada para participar de la creación de mejores condiciones de vida para la comunidad (TORRES, 2003, p. 149).

Sin entrar en la problemática tan compleja de la globalización y de la ideología neoliberal, señalaremos algunas de sus características que nos llevarán a comprender su aspecto contradictorio, ideología que, basándose en los derechos humanos y en valores humanos, excluye al mismo hombre como veremos.

Subsidios para el análisis que haremos en este artículo serán los documentos de las Conferencias Iberoamericanas de Educación. En ellos evidenciaremos los valores empresariales que el proceso de globalización en su versión neoliberal impregna de forma oculta en la educación pasando a ser asumidos como valores auténticamente humanos que conllevan al desarrollo tanto de la persona como de una sociedad más justa y equitativa. Trataremos de los siguientes puntos: El Derecho a la Educación y la Dignidad del Hombre; La Educación Globalizada como Exclusión del Desarrollo Humano; Filtración de los Valores Humanos a través de la Economía.

2. El Derecho a la Educación y la Dignidad del Hombre

La educación es uno de los derechos propios del hombre. Ellos nacen de su propia naturaleza y los diferencia de los animales. Son por tanto parte constitutiva de su dignidad. Sin embargo, decir que todo hombre tiene derecho a la educación se ha convertido en algo banal pues, como muchos otros conceptos, por más importantes que sean en la teoría ya no nos dicen nada en la práctica. La Declaración de la Revolución Francesa (1789) afirma que los derechos son naturales e inalienables, siendo entonces una de las características propias de todo hombre el poseer derechos. Estos no son el resultado de una conquista o merecimiento pues la dignidad pertenece a todo hombre por el simple hecho de ser hombre, es decir, el ser humano es sujeto de dignidad. Por lo tanto, los derechos deben ser vistos sobretodo como poderes que el hombre tiene por su propia naturaleza. Este sentido de la dignidad es decisivo porque fundamenta la igualdad de las personas y la universalidad de derechos (OLIVEIRA, 2003).

El ser humano, en cuanto sujeto de dignidad, debe ser considerado persona, independientemente de cualquier otra característica nata o adquirida, es decir, independientemente de raza, credo religioso, profesión, sexo, nacionalidad; todo ser humano debe ser respetado y exento de toda discriminación y exclusión. La distinción es clara cuando hacemos la diferencia entre lo que tiene precio y lo que tiene dignidad. Aquello que tiene precio puede ser sustituido por algo equivalente, mas quien tiene un valor que no es relativo, un valor interno, “aquello cuya existencia en si misma posee un valor absoluto, aquello que existe como un fin en si mismo y no solamente como medio, eso tiene una dignidad” (OLIVEIRA, 2003, p. 56).

Desde el punto de vista económico, la globalización amenaza la esencia de la naturaleza humana. Aquella es una amenaza porque excluye al hombre quitándole el derecho de su desarrollo como ser humano, es decir, lo deshumaniza colocando la producción económica como prioridad de sus preocupaciones. El hombre pasa a ser meramente un simple “recurso”, el llamado “recurso humano”, “capital humano”, un ingrediente importantísimo, no hay duda, del desarrollo económico. En esa ideología de los llamados recursos humanos, los seres humanos son considerados apenas como simples factores del proceso de producción, es decir, solo como medios y no como fines (DELORS, 1996, p. 81). Pensar en la educación como utilidad, en la medida en que contribuye para aumentar la producción de bienes, equivale a transformar el ser humano en objeto, en una simple máquina y, por lo tanto, susceptible de sustitución por “otra” máquina. El ser humano tiene otras finalidades que no son únicamente las económicas. Los hombres necesitan de educación para poder ser más humanos, es decir, desarrollar y ejercer su libertad, crear un mundo más habitable, más solidario, influir y participar del cambio social para construir un mundo más justo y equitativo (TORRES, 2003, p. 151).

La ideología neoliberal da la globalización crea una nueva cultura que trata de convencer de que estamos delante de un nuevo y único modelo de ser humano, propagando de esta forma un pesimismo que niega la posibilidad de cambio, llevando a una actitud pasiva y de sumisión. Este modelo beneficia a pocas personas y condena grandes contingentes de la población a la pobreza y a la exclusión (TORRES, 2003).

3. La Educación Globalizada como Exclusión del Desarrollo Humano

La globalización parece ser un fenómeno inevitable, sin embargo no es necesariamente inevitable el rumbo que asume este proceso. La dimensión económica no debería ser la única forma de entender o promover la globalización. La globalización va mucho más allá de la cuestión económica, ella alcanza dimensiones culturales, políticas, sociales, lingüísticas y educativas. A pesar de estar asociada a la dinámica histórica del desarrollo de nuestras sociedades, el proceso globalizador es, en su forma, una opción (GENTILI, 2004).

La palabra “global” nos sugiere la misma idea que de conjunto, de entero, de total.

Nos remite a un sentido de integración. De esta manera el término “global” nos lleva a suponer que el objeto al cual es aplicado es, o tiende a ser integral, integrado, incluido, pues no presenta quiebras ni fracturas para pensar lo contrario.

Así, “globalizar” es completamente distinto a dividir, marginar, expulsar, excluir.

Pensar el término “globalizar” como refiriéndose a una realidad que expulsa, margina, divide, excluye, no por casualidad, o por accidente, mas sí como norma o regularidad, es un contrasentido haciendo difícil su comprensión.

En ese sentido el término “global” oculta una de las características esenciales de la mundialización, a saber, un doble movimiento de polarización, componente central de la acción de un capital “liberado”. Polarización que primero es al interior de cada país para después pasar a ser internacional, creando un grande abismo entre los países que forman parte de los oligopolios y aquellos que se encuentran marginados o en la periferia. Así la economía “globalizada” es excluyente, porque está dirigida únicamente por el movimiento del capital y nada más (GENTILI, 2004).

El Documento de Trabajo de la VIII Conferencia Iberoamericana de Educación realizada en Sintra, Portugal (1998), el cual sirve de referencia para la VIII Conferencia de Educación preveía los problemas que la globalización traería consigo, concretamente para la educación. El documento advertía que su dinámica era selectiva e excluyente, a nivel económico, por colocar barreras a la participación de los países menos favorecidos generando jerarquías participativas; exigía también permanente actualización en cuanto a los “recursos humanos” pasando a ser potencialmente marginalizadora, pues hay agentes que no consiguen participar por no tener opción a dicha actualización, y otros que, después de haber entrado en el ritmo de dicho sistema no pueden seguirlo. Así, el documento afirmaba que: el mayor riesgo que traería la globalización para nuestros países de América Latina consistiría en aumentar los fenómenos de la exclusión social (Parág. 6.1). Siendo selectiva los países del sur podrían fragmentarse aún más, pues al serlo margina un número grande de países que no disponen de condiciones para conectarse con la economía global, pudiendo incluso, quedar excluidos del proceso. El documento hacía la siguiente pregunta: ¿Esos países estarán obligados a regresar a la economía de la subsistencia? (Parág. 3.3).

El peligro de exclusión había sido ya mencionado también en el Informe de la UNESCO de 1996, cuando proféticamente decía: Que el próximo siglo dominado por la globalización traería consigo tensiones duraderas para superar tensiones entre lo global y lo local, lo universal y lo individual, la tradición y la modernidad, las consideraciones a largo y a corto plazo, la competición y la igualdad de oportunidad, la expansión ilimitada de conocimientos y la capacidad limitada de los seres humanos para asimilar todo eso.

El resurgir educacional se debe, primeramente, a que los procesos de la globalización, en su versión neoliberal, colocan en primer plano el valor, incluso económico, del conocimiento –y, por consiguiente, de los mecanismos que permiten su progreso y su diseminación–, de la investigación y de la educación. La segunda razón es que los procesos de globalización no serían posibles sin la concurrencia de la tecnología incluso porque la capacidad de aprovechamiento y de desarrollo tecnológico de un país depende estrechamente de la formación de sus “recursos humanos”. Estas dos razones transforman la educación en uno de los principales elementos para sacar el mayor partido posible de los procesos de globalización. Estas dos razones también exigen la configuración de sistemas educativos extremamente flexibles y adaptables a demandas y a contextos rápidamente cambiantes (Documento de Trabajo de SINTRA, 1998).

En ese sentido el fenómeno educativo es adaptado a una situación meramente económica, empresarial, comercial. Pues, una economía en que el conocimiento puede llegar a ser el principal productor de riquezas se siente en el derecho de imponer a la sociedad instituciones de educación con exigencias de mayor eficacia y responsabilidad técnica para una aún mayor economía, pasando a ser la educación considerada como un fenómeno esencialmente productivo en cuanto genera mayor desarrollo económico.

De esta manera la educación tiene como meta la obtención de empleos mediante el trabajo, como queda expresado en la I Conferencia Iberoamericana sobre Educación, Trabajo y Empleo (1989). Ahí se dice: “Asistimos por lo tanto, a una recuperación de la relación educación-trabajo, una de cuyas manifestaciones es la revalorización de la formación profesional” (n. 19). Esta finalidad de la educación como preparación para el mundo del trabajo queda expresamente también manifiesta en la IV Conferencia Iberoamericana de Educación, en Salvador, Bahía - Brasil en 1993.

4. Filtración de los Valores Humanos y los Nuevos Valores para una Educación Globalizada

En 1989, por primera vez en la historia, los países Iberoamericanos representados por sus Ministros de Educación, convocados por la Organización de los Estados Iberoamericanos para a Educación, la Ciencia y la Cultura, se reunieron en la ciudad de La Habana, Cuba, para reflexionar, examinar, deliberar y tomar decisiones en forma conjunta sobre los nuevos rumbos que la Educación debería tomar y para hacer frente a una crisis de carácter estructural, que afecta profundamente a los agentes económicos, al Estado, al modo de producción, a la inserción externa, y en general a la sociedad que se está desarrollando de forma caótica (I Conferencia de Educación, LA HABANA, 1989).

Ante la situación de aceptar tal cual la globalización que se presenta con sus características propias, y frente a cuya realidad la educación puede dar una respuesta mecánica y acrítica, o reconocer en profundidad la existencia de este proceso como un hecho de la realidad que se inscribe con fuerza en la historia contemporánea, y que quizá estará presente por mucho tiempo en el futuro de la humanidad, los representantes de los países de Iberoamérica optan por “las oportunidades que puede ofrecer este proceso”, como ser alternativas más democráticas, de mejor manejo de los propios recursos y capacidad productiva, de una mayor voluntad y capacidad para abrir espacios de libertad y justicia para nuestras sociedades, cambiando el rostro valórico desde el individualismo competitivo hacia el mundo de la solidaridad y la comunión de intereses (Parág. 7).

Así, la educación se convierte en el objetivo prioritario de las políticas de los Estados por ser elemento esencial de los procesos y estrategias orientados al desarrollo, con las consecuencias presupuestarias que de esto se deriven (Declaración de GUADALUPE - España, 1992). Y para ello se solicita a los gobernantes de cada nación, “la ejecución de un programa conjunto de educación para el trabajo… que favorezca la toma de conciencia del valor de la educación y del papel que ésta juega al servicio de la democracia, el desarrollo económico y social y la integración de los países” (Ibidem).

A ello se suman los problemas señalados por los representantes de las Conferencias Iberoamericanas, cuando declaran que: “Ante esta situación actual y los desafíos que en el futuro enfrentarán nuestros pueblos, la educación presenta carencias y debilidades cuya superación no admite: el analfabetismo, la falta de escolarización, los altos niveles de repitencia y abandono, deterioro de la educación y las limitaciones laborales y profesionales a que se enfrentan los docentes, entre otros problemas, exigen una urgente y eficaz intervención (Declaración de GUADALUPE – España, 1992)

En el fondo de todo este problema se encuentra un “ataque a la igualdad de los ideales, a la normas y a los valores. La amenaza a los valores de igualdad de una sociedad democrática no se expresa de forma explícita, ella se encuentra oculta en los discursos referidos a la formación del ciudadano, el aumento a la competitividad, el nivel de empleo, modelos y calidad de un sistema educacional que se considera en crisis total. Esos ataques representan tentativas de reintegrar la educación en una agenda económica nacional y global (APPLE, p. 45).

La educación ha pasado a adoptar los argumentos de la capacitación profesional, es decir, habilitar apenas para encontrar empleo, de preferencia que sea bien renumerado (TORRES, 2003, p. 30). La capacidad de trabajar es exactamente lo que distingue los seres humanos de los otros animales. El trabajo es la esencia del hombre. Es la acción que hace que el ser humano sea verdaderamente humano, al transformar el mundo, y en ese gesto, transformarse él mismo. El hombre es un ser que trabaja, por el trabajo transitamos de una naturaleza humana, concebida como algo de carácter inmutable, para una condición humana, algo que se construye a partir de la acción creadora. Vista de esta manera la idea de trabajo no se separa de la idea de sociedad, en la medida en que es como los otros que el hombre trabaja y crea cultura. Pero infelizmente la noción de trabajo se ve marcada por un cierto matiz de carácter ideológico, que se debe evitar (RIOS, 1997).

La “ciudadanía” es otro de los aspectos filtrados por los valores comerciales. A partir de los modelos de de economía neoliberal, es estimulada para formar un conjunto de consumidores, en un mundo en que la economía tiene apenas una regla: todo en pro de la obtención de lucros para el empresario (TORRES, 2003, p. 31). El sistema educacional es utilizado como una institución bancaria, en que son realizados inversiones en estudios y títulos con los cuales se podrá obtener un puesto de trabajo y obtener beneficios económicos y sociales. La idea de “consumidor” es esencial porque para la ideología neoliberal el mundo es un gran supermercado donde la educación, como un bien de consumo, implica promover una mentalidad consumista en sus usuarios: profesores y alumnos. Estimula a considerar el trabajo escolar y las ofertas de formación del punto de vista de consumidores, es decir, de su valor de cambio en el mercado, de los beneficios que puede producir, esta o aquella, investigación, disciplina, especialidad y título, La institución escolar sólo es considerada imprescindible como recurso para obtener en el futuro, importantes beneficios privados, para enriquecimiento personal. (TORRES, 2003, p. 31-32).

En efecto, la V Conferencia Iberoamericana de Educación, realizada en Buenos Aires, en 1995, en sus declaraciones considera la educación como un factor de inversión social: “la promoción de la formación de ciudadanos deberá realizarse en el marco de lo social”. En Sintra, en 1998, se declara, “que es necesario responder a los requerimientos de la globalización por medio de la promoción de la educación a lo largo de la vida y la profundización de la ínter comprensión, con vistas a una ciudadanía participativa y responsable, para lo cual proponen: “Continuar nuestros esfuerzos orientados a elevar el nivel de calidad de nuestros sistemas educativos, garantizando por medio de la pertinencia y la flexibilidad de los currículos así como de la relevancia de los aprendizajes, una sólida formación básica de ciudadanos responsables, solidarios, competentes y con capacidad suficiente de adaptación a los cambios” (Declaración de SINTRA, 1998).

Referencias

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Delors, J. Educação Um tesouro a descobrir. Relatório para a UNESCO da Comissão Internacional sobre Educação para o Século XXI. São Paulo: Cortez Ed., 2003.
Faure, E. Aprender a Ser. UNESCO, Chile: Ed. Universitaria, 1973.
Fullat, O. Antropología de la Educación. Barcelona: Ed. Ariel, S.A., 1997.
Limoneiro-Cardoso, M. Ideología da globalização e (des)caminhos da ciência social. In: Gentili, P. (Org.). Globalização Excludente. Desigualdades, exclusão e democracia na nova orden mundial. Petropolis: Ed. Vozes, 2002.
OEI. I Conferencia Iberoamericana de Educación. La Habana – Cuba, 1989.
OEI. II Conferencia Iberoamericana de Educación. Declaración de Guadalupe, Sevilla – España, 1992.
OEI. IV Conferencia Iberoamericana de Educación. Salvador, Bahia - Brasil, 1993.
OEI. V Conferencia Iberoamericana de Educación. Buenos Aires – Argentina, 1995.
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OEI. VIII Conferencia Iberoamericana de Educación - Documento de Trabajo. Sintra-Portugal, 1998.
OEI. IX Conferencia Iberoamericana de Educación – Documento de Trabajo. La Habana – Cuba, 1999.
Oliveira, Graciela. Dignidade e Direitos Humanos. Curitiba – Paraná: UFPR, 2003.
Torres Santomé, J. A Educação em Tempos de Neoliberalismo. Porto Alegre: Artmed, 2003.
Rios, T. A Dimensão Ética da Profissão. In: HYPN0Σ. Ethos, Ética. Centro de Estudios da Antigüedade Grego-Romana (CEAG). São Paulo, EDUC: Palas Athenas, 1997.

[1] Investigadora de la línea Cultura, Saberes y Prácticas Escolares, Programa de Posgrado de la Universidad Federal de Paraná, Brasil y del Grupo Interdisciplinar Educación para la Integración de la Asociación de Universidades del Grupo Montevideo – AUGM. E-mail: beadoce@terra.com.br

REPENSANDO LAS NORMAS DE "CONTROL"

REPENSANDO LAS NORMAS DE “CONTROL”
Felicita Garnique Castro
20 de Julio de 2009.

Indudablemente que entender, convivir y actuar según el enfoque de Educación Inclusiva es un proceso que requiere el involucramiento, acciones coordinadas, unificación de criterios de todos y cada uno de los “encargados” de la formación de los educandos.

Equiparar oportunidades, reducir las barreras al aprendizaje, atender a la heterogeneidad y satisfacer las necesidades de todos los alumnos (as) es un reto difícil de lograr máxime cuando insistimos en etiquetar, separar, distinguir o discriminar.

Esta es la impresión que queda después de leer las “Normas de control escolar relativas a la inscripción, reinscripción, acreditación y certificación para escuelas primarias oficiales y particulares incorporadas al Sistema educativo nacional, periodo escolar 2008-2009, emitidas por la Secretaría de Educación Pública en voz de la Unidad de Planeación y evaluación de políticas educativas de la Dirección General de Acreditación, incorporación y revalidación.

Observar, en la página 31, las claves que según el documento, corresponde a la necesidad educativa especial que PRESENTA EL ALUMNO[1] me recuerda que Eliseo Guajardo menciona en un documento que la educación especial, anteriormente, operaba, de acuerdo a los tipos de discapacidad. A su vez esto me lleva a algunas reflexiones y cuestionamientos:

¿Cuál es la razón para volver a la etiquetación, a la parcialización, a la separación? ¿Estamos regresando al sistema médico-asistencial? ¿Insistimos en que la necesidad es sólo del alumno?

Suena un tanto contradictorio leer en la página 83 que el servicio USAER es el encargado-por una parte- de apoyar el proceso de integración[2] educativa de los alumnos que presentan necesidades educativas especiales, prioritariamente aquellas asociadas con discapacidad y/o aptitudes sobresalientes, en las escuelas de educación inicial y básica de las diferentes modalidades educativas, y por otra, quienes promueven, en vinculación con la escuela que apoya, la eliminación de las barreras que obstaculizan la participación y el aprendizaje de los alumnos. Sin embargo, eliminar las barreras que la etiquetación y comparación de aquel alumno que presenta un desempeño escolar significativamente distinto en relación con sus compañeros de grupo, (p. 77) trae consigo es un trabajo arduo, difícil y propicia la no participación, el aislamiento-del sujeto etiquetado-en algunas actividades. Esto permite continuar en la práctica de la exclusión, erigiendo con ello barreras a sus aprendizajes, a su participación social y por ende, continuar impidiéndoles el acceso a una mejor calidad de vida.

¿Es provechoso realizar-sólo- a los alumnos con necesidades educativas especiales con o sin discapacidad que ingresen a primaria general…al inicio del ciclo escolar una evaluación psicopedagógica y un informe que dé cuenta de la mencionada evaluación para su a vez elaborar una propuesta curricular adaptada? (2008:18)
Quizá sería más productivo realizar- A TODOS LOS ALUMNOS- una evaluación que como se menciona en el anexo 8 del documento motivo de estos cuestionamientos implique conocer las características de todos y cada uno de los educandos (estilo de aprendizaje, sus intereses, motivación para aprender, nivel de competencia curricular) en interacción con el contexto social, escolar (aula-escuela) y familiar al que pertenece para identificar las barreras[3] que impiden su participación y aprendizaje y así definir los recursos profesionales, materiales, arquitectónicos y/o curriculares que se necesiten para que todos los educandos, logren los propósitos educativos.

Es preciso reflexionar sobre la conveniencia de guiar a todos los alumnos, no sólo a aquellos que “cursan el sexto grado de primaria pero su lectura y comprensión matemática es de niños de tercero”.[4] Es necesario pensar, con el Plan Nacional de Desarrollo 2001-2006 (pp.100-104), en los 36 millones de habitantes que abandonaron la escuela antes de concluir la educación básica; en los 2.2 millones de personas que sufrieron discriminación y falta de oportunidades en el ámbito educativo, provocando profundas diferencias regionales, interculturales y de género.

Todo lo anteriormente expuesto, me lleva a decir con Ainscow en “Comprendiendo el desarrollo de escuelas inclusivas, que para el logro de la inclusión es necesario trabajar y concordar desde las tres dimensiones: culturas inclusivas, el desarrollo de prácticas inclusivas y para el caso que nos ocupa la producción de políticas inclusivas.

[1] El remarcado es de la autora
[2]


Quizá aquí se encuentra el meollo del asunto pues el documento habla de integración más no de inclusión. Este es un punto necesario de aclarar, saber qué se entiende por un concepto y el otro, qué es primero, qué es más importante o a qué nos remite uno u otro concepto. Este hecho puede provocar en los ambientes escolares desconcierto.

[3] Hay que recordar que las barreras no son exclusivas de algunas personas, todos presentamos-en algún momento de nuestro paso por la escuela-una, unas barreras.

[4] Ver Mónica Archundia (2006) Escolares aprueban cursos a pesar de rezago educativo: Maestros dicen que se les presiona para no retenerlos. El Universal 15 Enero C2.

Tres enfoques discursivos en torno a la interación en la diversidad. Por José Luis Canto Ramírez

RED INTERNACIONAL DE INVESTIGADORES Y PARTICIPANTES SOBRE INTEGRACIÓN EDUCATIVA V ENCUENTRO INTERNACIONAL PENSAR(SE) LA INCLUSIÓN

MESA 2.
NUEVOS ENFOQUES:
DIVERSIDAD/ALTERIDAD/EXPERIENCIA CONVERSACIÓN/HOSPITALIDAD-HOSTILIDAD/CONVIVENCIA/CONCERNIMIENTO

PONENCIA:
TRES ENFOQUES DISCURSIVOS EN TORNO A
LA INTEGRACIÓN EN LA DIVERSIDAD.

JOSÉ LUIS CANTO RAMÍREZ *

NOVIEMBRE DE 2008

RESUMEN

El título de este trabajo, tiene relación con algunas dificultades que se perciben en las intenciones de propiciar la integración de personas y grupos en la Diversidad. Lo que aquí se describe es un conjunto de reflexiones teóricas que han surgido a la luz de la investigación que estamos realizando en el contexto de Campeche.

Algunas de las que hemos encontrado se centran en las implicaciones sociales, económicas y políticas presentes en el ámbito educativo, en el momento de operar planes y programas, esto, nos llevan al análisis de cómo debería ser esa pedagogía intercultural propuesta para personas y grupos indígenas y/o marginados; es decir qué elementos considerar para esa pertinencia social que deberá estar presente en la estructura curricular del programa educativo. Además de considerar qué debemos entender por pertinencia. Es decir comprender la congruencia entre lo que se propicie desde los procesos formativos y lo que ofrece el sector productivo para beneficio de la sociedad.

ANTECEDENTES

El modo de producción actual, globalizador, al que se ha sometido a la sociedad en su conjunto por los países que gobiernan al mundo, está teniendo repercusiones muy serias en las nuevas formas cotidianas de ver la realidad social, ha propiciado en el contexto de personas y grupos un sinfín de reacciones, diversas todas.

Es una etapa de complejidades y dificultades distintas para entenderla, además de cómo viven esta realidad social personas, familias, grupos y países; y como grupos sociales, se encuentran también en crisis de casi todo, de valores, ideas, y decisiones que permitan hacer sentir bien a la población.

Una de las posibles explicaciones que permitan entender esto es la que se relaciona con la Globalización; su vinculación con la que heterogeneidad y diversidad de la sociedad se encuentra en la mesa de la discusión; esto debido a las consecuencias que ha traído consigo, desde las ventajas hasta las desventajas, de vivir y convivir en esta época.

Esta sociedad ha pensado que una forma de hacerle frente a lo anterior, con la intención de generar opciones más humanas para entender dicha complejidad que se vive -violenta y difícil -, es la inserción y puesta en marcha de un concepto en lo que hoy día se ha denominado Diversidad; entendida como el espacio en donde convergen personas y grupos, sin importar, raza, género, país, etnia, creencia religiosa y política, en una dinámica social que rebasa la convivencia sin fronteras.

De esta Diversidad, la percepción, interpretación y aplicación en contextos cotidianos que la sociedad ha tenido ha sido distinta y variada; en ella se ha identificado que existe una problemática con varias aristas; unas relacionadas con la semántica y la conceptualización; y otras de aplicación, al pretender llevarla al ámbito social y a la educación, específicamente al aula a través de la Multiculturalidad, Interculturalidad y de la Integración.

Por ello, desde el ámbito académico al intentar hacer un recuento para el análisis y estudio profundo acerca de lo que se relaciona con la Diversidad, lo que se ha hecho, de acuerdo con lo que se ha revisado, ésta tiene su referencia inmediata en tres elementos importantes:

a) el Multiculturalismo
b) la Interculturalidad
c) la Integración

Mas aún, en dicha conceptualización, existe un debate ligado a la Multiculturalidad, lo cual requiere de una aclaración conceptual más amplia, o bien de una explicación de qué y cómo entender esto.

Sobre todo porque aún no se acaba de entender cómo está construido el enfoque de la Interculturalidad, cuando en Europa se trabaja ya en cómo replantear el Multiculturalismo, como si esta cuestión paradigmática fuera solamente producto de la acción: agregar y/o eliminar conceptos, en los que de manera general se entiende como: las formas de relación, interacción cultural e integración de las personas y grupos, a los que la sociedad ha etiquetado como las que requieren satisfacer necesidades sociales, además de las educativas específicas asociadas a una discapacidad o al ambiente.

Así, en el contexto latinoamericano y en México, se habla de Diversidad Cultural entendiendo que las interacciones sociales y humanas de los sujetos deben tener presentes elementos de diversos escenarios de la Multiculturalidad, entre los que destacan:

• El problema de los migrantes.
• El rol de la mujer en la sociedad.
• La aceptación de las personas con necesidades especiales.
• La aceptación de los grupos étnicos.
• La aceptación de los grupos sexualmente distintos.
• La aceptación de los grupos minoritarios.

Para esto se han implementado programas específicos, en la sociedad a través de la educación. Aspecto que hoy día sigue generando debate, pues no solo es la discusión en sí misma, sino que de manera nebulosa aparece este mismo problema en aspectos de políticas públicas para la educación.

Con la inclusión del Multiculturalismo, la Interculturalidad e Integración, en tanto enfoques de la Diversidad, se introduce además una fuerte carga ideológico-política, que traducidos en prácticas sociales y educativas no logran no sólo incidir en la sensibilización de las personas y grupos, sino que tampoco se sostiene, como señalamos al principio, ante la realidad por la violenta forma de vivir producida por la Globalización y sus efectos en la cotidianidad social.

Sobre todo porque habría que entender que en los procesos cotidianos que los sujetos realizan diariamente, no hay culturas mejores ni peores; cada cultura tiene formas de pensar, sentir y actuar. Son otras las percepciones, disposiciones, e intereses que aparecen y se gestan en las personas y grupos en la interacción humana, y en donde los modelos sociales para la cotidianidad son reforzados por el rol que desempeñan los medios de comunicación.

Al analizar lo que se discute en los ámbitos académicos nos permite inferir que estamos ante una situación poco clara para entender: cómo vivir en y desde la Diversidad. Al entrar al análisis y debate de ello, percibimos que las intenciones tienen distinto énfasis, sobresale interrogantes acerca de: ¿qué hacer? ¿cómo hacer? ¿por dónde empezar?, quedan al aire más aún cuando revisamos el papel que debemos realizar diversos sectores de la sociedad; la discusión se orienta hacia tres aspectos:

A) El enfoque teórico-filosófico. Fundamenta la existencia del sujeto, explica la manera en que es negado, excluido y, en ese sentido, cosificado. Un sujeto que ha sido borrado y convertido en invisible del contexto geopolítico y comunitario. A partir de la búsqueda de satisfacciones a sus necesidades más apremiantes y económicas, tiene que emigrar; en dicha aventura con frecuencia fatal, debe adaptarse a otras culturas, y formas cotidianas de vivir.

B) El enfoque de políticas públicas. Con énfasis en una retórica discursiva oficial, para entender, comprender y convivir en y con la Diversidad. Se promueve en espacios colectivos cotidianos e institucionales como: la familia, la escuela y la comunidad. Los medios de comunicación, -electrónicos, audiovisuales e impresos- promueven con una retórica y penetración contundente que se debe vivir en armonía social.

Es decir, en el ámbito educativo, Multiculturalidad, Interculturalidad e Integración en tanto paradigmas complejos de la Diversidad, han sido asimilados y amalgamados de diferentes formas por los distintos actores de la Pedagogía, ocasionando una dificultad no sólo semántica, sino también de aplicación. Aspectos que desde la teoría antropológica, social y que con el apoyo de la Hermenéutica, se analiza en esta investigación.

En la educación básica, se ha insertado en el currículum el concepto de Diversidad para entender socialmente que, con su interpretación, se debe fomentar algunos aspectos importantes de ésta, a través de la educación ambiental, educación en valores, educación para la tolerancia, educación para la paz, etc.

En esta ambigüedad, hoy día, se está transitando en los procesos educativos, tratando de incluir a veces, de integrar en otras; a personas que tienen las dificultades sociales de siempre, tengan o no discapacidad: ser aceptados en la sociedad.

En tanto que los discursos de la modernidad y el desarrollo lograron generar un orden y un imaginario centrado en conceptos como los de Estado-Nación, territorio e identidad nacional. Hoy estos conceptos se ven minados por afuera y por debajo: de una parte la globalización económica y cultural borra las fronteras nacionales y las identidades asociadas a ellas, mientras la diferenciación sociocultural cobra más visibilidad y voz dentro de las propias sociedades nacionales. Algunos aspectos que se encuentran inherentes a estos paradigmas, y que a su vez hacen más complejo este problema se relacionan con la interacción de la sociedad con la globalización. Con esta discusión analicemos: ¿ante quién nos encontramos? ¿qué vinculación existe entre estos paradigmas y el sujeto?

Esto en las aulas encuentra distintas percepciones y acepciones sobre todo porque la forma en que está diseñado el currículum no considera no sólo para el aprendizaje sino también para la enseñanza, la heterogeneidad de los sujetos.

Ahora, el concepto de Diversidad se percibe y se entiende como la forma en que actualmente se vive; en medio y llena de eventos y acontecimientos diferentes y complejos; por una parte, la modernización y por supuesto la globalización, han obligado a hacer ajustes a formas cotidianas de vivir para un gran número de personas, familias y grupos; a grado tal, que algunos, han tenido que transitar de un lugar a otro o bien de un país a otro, además de la reconfiguración geopolítica de países y regiones que se ha generado a partir de ello.

Por la otra, a esta Diversidad Cultural, teniendo como base el flujo de la información, en su interacción social y con el apoyo de la tecnología, se le ha denominado también la Sociedad del conocimiento, o el Nuevo Capitalismo, donde efectivamente la globalización es el fundamental signo de cambio; es decir, en un nuevo modo de producción; el inglés es el nuevo lenguaje planetario y la educación es un cambio de escala.

Se han conformado además las hoy denominadas macroeconomías, que han desencadenado en fusiones de monopolios comerciales e incluso de integración regional política; alrededor de ello, se ha afectado a personas familias, grupos y países y se ha afectado también de manera importante la economía e ingresos familiares; el desempleo ha hecho presencia y se fortalece cada día.

Mientras avanza, a escala global, un statu quo que racionaliza económicamente por el lado del capitalismo y políticamente por el lado de las democracias formales, adquiere mayor conflictividad el ámbito de la cultura y la identidad.

¿Quién hace circular los signos y las sensibilidades? ¿quién impone su interpretación a los hechos? ¿quién recicla la basura mediática para convertirla en señal de identidad colectiva?

C) El enfoque actitudinal-voluntarista. Que propone un aspecto positivo e incluso temerario para percibir, comprender y compartir la convivencia desde la Diversidad. Desde las instituciones tradicionales de la sociedad: Familia, Escuela e Iglesia, conjuntamente con el papel de los medios, se pretende crear conciencia, de que con ser bien intencionado y estar dispuesto a la convivencia es suficiente.

De lo anterior, percibimos una distancia discursiva grande entre lo que se propone en documentos y lo que vemos en los hechos; particularmente en la realidad educativa y cotidianidad escolar, el alumno vive en desiguales circunstancias y condiciones para aprender contenidos y relacionarlos con el entorno; además de entender y comprender para estar en posibilidades más inmediatas de los denominados aprendizajes significativos. Con ello, tenemos que hacer constantemente adaptaciones, no sólo de contenidos, con frecuencia de estrategias didácticas, para tener la seguridad de que realmente habrá aprendizajes.

En la escuela, concretamente en la educación superior, gran parte de este problema radica en cómo es percibido el profesor-alumno indígena cuando cursa una licenciatura por la mayoría de profesores que no lo son; con cuántos obstáculos tiene que aprender; a partir de que debe pensar y redactar en español.

Esta cuestión es importante porque rebasa lo educativo y nos coloca en lo epistemológico, pues se percibe una imposición de percepciones distintas de la realidad; por una parte, la occidental-hegemónica y, por la otra, el desconcierto entre lo anterior y la cosmovisión del mundo indígena.

Para reforzar lo anterior, en el ámbito de la educación indígena, conjuntamente con los maestros de educación indígena, hemos realizado actividades casi personalizadas, para la comprensión de aspectos metodológicos a realizar en la apropiación de sus conocimientos.

Para aclarar en parte esto, conviene precisar que en el devenir de la Humanidad el mundo diverso está constituido por diferentes personas y grupos, contienen características biológicas, físicas, anatómicas, psicológicas y sociales propias, además de las étnicas, culturales y lingüísticas que generan y producen al vivir y convivir en comunidad, a esto se le conoce como Diversidad Humana y se encuentra distribuida en países, regiones y continentes.

De esta manera, el ser humano en y desde la diversidad cultural y lingüística, con la interacción social, dinámica y cambiante que establece con su entorno, tiene formas particulares de percibir el mundo y a partir de ello construir su propia percepción y conocimiento de lo que sucede. Lo cual desde luego le genera conflictos culturales, esto es lógico en el estricto sentido de la explicación, pues se encuentra en medio de dos o más formas distintas de ver el mundo y del hacer cotidiano.

Para el caso de los grupos minoritarios, en este caso los indígenas, con una cultura propia, con una cosmovisión del mundo y de la vida; por lo tanto con una filosofía hacia el entorno y medio ambiente, proveedores éstos de satisfactores diversos, asumen una actitud comprensible y de respeto por ello; cuestión que es diferente en la población que constituye la sociedad occidental.

Los grupos indígenas, por lo general, desarrollan una sensibilidad cosmogónica propia, que se manifiesta en la cotidianidad, a través del discurso, lenguaje y medios comunicativos con los cuales se ayudan para explicar historias, cuentos y anécdotas que -incluso va de lo mítico a lo profano, presentes en ritos y ceremonias- si bien han creado para entender las percepciones de lo que observan de la naturaleza también les ayudan para confiar o para tener una actitud diferente ante ella; a la cual le han asignado el rango de protectora hasta llegar incluso, al grado de denominarle: MADRE, quien tiene que acompañarles en la cotidianidad de sus actividades del campo y comunitarias.

Como hemos comentado en los párrafos de arriba, nos parece que las epistemologías indígenas se explican de mejor forma, a partir de que, los indígenas, muestran una sensibilidad, filosofía y conciencia propias, para entender tanto el mundo cosmogónico, como para responderse, en cierta medida, a preguntas de por qué existen en la naturaleza. Lo cual se refleja no sólo en su forma particular de pensar, sino en el conjunto de sentimientos (emociones) y comportamiento que se muestra en la cotidianidad de lo que hace.

REFLEXIONES FINALES

Con base en el análisis teórico desarrollado en esta investigación y en la construcción de explicaciones que realizamos, la prospectiva de éstos enfoques en la sociedad actual, se encuentra interconectada a varios aspectos que es preciso señalar.

La puesta en práctica del Multiculturalismo, la Interculturalidad y la Integración supone una relación respetuosa entre culturas, para los estudiosos del tema, su interpretación, tiene que incluir la construcción y explicación del concepto "pluricultural," y debe servir para caracterizar una situación, dichos paradigmas describen, entre otras cuestiones, una relación entre culturas.

En la actualidad el problema de la aplicación de dichos enfoques, requiere de un análisis más allá de ubicar que son valiosos porque contribuyen a la interacción humana y a la preservación de los valores; precisa de hacer una reflexión epistemológica que permita entender cómo es que hasta ahora se han dado cuenta - sobretodo los grupos de poder y hegemónicos de la sociedad -, que deben aplicarse y operarse en la educación básica.

Las definiciones por sí solas sobre estos enfoques no caben en esta complejidad que se presenta en la dinámica social cotidiana, por lo cual es necesario referir y apoyarse en explicaciones teóricas de la Multiculturalidad, con el riesgo de encontrarnos con explicaciones circulares que hacen más compleja aún la comprensión de la Diversidad Cultural y esto llevado al terreno educativo implica incursionar en el de la Interdisciplinaridad.

Con lo anterior se está entrando al terreno de lo global, en el campo del conocimiento, es decir las explicaciones de los fenómenos sociales deben tener ya una particularidad, entenderse a partir de la utilización y apoyo de otras disciplinas de las ciencias sociales.

En varios países de América Latina incluyendo a México la influencia de dichos enfoques en la sociedad en general y de la educación en particular, se logrará, si tomamos en cuenta una real democracia comunitaria; camino fundamental para la regeneración de procesos sociales de cambio; además de proponer una reforma constitucional para dar fin al presidencialismo; sobre todo si consideramos que el país está herido seriamente; habría una participación justa equitativa e incluyente de personas y grupos, en el proyecto creíble y objetivo de Nación, ya que en palabras de Villoro: Sólo una nueva democracia radical podría ser un camino que diera fin a la exclusión.

Específicamente para el caso de México, tendrán que propiciarse cambios sociales importantes no sólo en lo jurídico-legal para la reforma de la Constitución, sino también en la cuestión electoral, -esto se ha planteado ya en diferentes foros sociales y académicos,- para tener una legitimidad distinta y no cuestionada de nuestros gobernantes. Esto daría respuesta satisfactoria a los derechos de los pueblos indígenas, al establecer la garantía de un Estado Multicultural.

Recordemos que el mal de la sociedad actual es la segregación de los pueblos indígenas, de los pobres, de los diferentes y el remedio es avanzar hacia la construcción de una nueva Nación que logre vencer los peligros fáciles y avanzar hacia un nuevo proyecto.

Lo anterior se refuerza con lo que Lorenzo Meyer señala: La alternativa, la única posible, es abrir el camino para terminar con las formas de exclusión, hay que hacer camino, sin prisa, pero sin pausa, hacia la paulatina reconstrucción de una nación dañada, desde el pueblo real, no el representado por los congresos, y desde la izquierda entendida como no dominación.

Y se refleja en que gran parte de la población en México que padece pobreza, así, los dejados fuera de la economía intentan emigrar a otro país, generalmente a Estados Unidos o incluso a Canadá y con ello, se corre el riesgo de la desaparición paulatina de comunidades indígenas. Por ello en los distintos sectores de la sociedad y en especial en el educativo, tendrá que haber una revaloración acerca del papel que desempeñan quienes tienen la responsabilidad en la toma de decisiones para los destinos de la educación en el país, pues no habrá proyecto de nación que funcione si su futuro no depende de una educación de calidad. Cuestión que se ha planteado y se ha demandado tanto por la sociedad civil como por el magisterio de manera reiterativa.

Con la actual forma de dependencia económica, principalmente de Estados Unidos, y con las escasas posibilidades de fuentes de producción y de trabajo, un gran número de habitantes se encuentra en condiciones de desempleo. Es grave la situación nacional, y ante ello obliga a compatriotas a tomar decisiones temerarias, emigrar hacia el Norte. El riesgo que se corre con ello es la extinción de grupos étnicos y comunidades, principalmente las indígenas. ( Ídem).

Por ello, lo que han planteado, intelectuales, académicos, gobiernos, la sociedad civil e instancias internacionales como la UNESCO, acerca del futuro de la Educación en contextos multiculturales, forma parte de discursos educativos y se encuentra en la mesa de las propuestas, en los Acuerdos, Convenios, Declaraciones y Conferencias que de manera sistemática se convocan y en las que se firman compromisos, y en donde sus avances y logros, son paupérrimos y desiguales entre los países involucrados.

A pesar de ello, no debemos dejar de señalar que tenemos que apostarle a una educación democrática y comprometida con la sociedad que favorezca procesos de Justicia Libertad, y Tolerancia, con sentido humanista e incluyente.

Estos son los aspectos sensibles de la Multiculturalidad, Interculturalidad e Integración y deben estar considerados en procesos educativos para propiciar, la educación para el futuro, donde la política, la incertidumbre, la modernidad y la creatividad, son elementos clave para afrontar adversidades, además de reconceptualizar una nueva noción de cultura.

Sin embargo, hasta el momento, varios de los aspectos que hemos mencionado líneas arriba, son solamente retórica encubierta de utopías que los gobiernos ofrecen a personas y grupos marginados, pues con intenciones de incluir en su proyecto de país a los grupos étnicos e indígenas, se ha quedado solamente en eso: en mera retórica.

Por esto, los enfoques de la Multiculturalidad, Interculturalidad e Intercultural, se encuentran en la encrucijada de la sociedad, al no saber qué hacer ante los embates de la globalización, su inserción forzada en el currículum, ha provocado confusiones más de las que ya se tienen con respecto a no saber con exactitud qué hacer con los problemas que le generan a la sociedad los diferentes grupos, los cuales de diferentes formas han reclamado desde siempre, su inclusión en el proyecto de Nación.

La sociedad actual está viviendo el tránsito de un paradigma a otro sobre la concepción del mundo. Sin embargo, La vieja racionalidad determinista y disciplinar se resiste a dejar de fraccionar los hechos y los fenómenos de la realidad. Los sectores especializados se encierran en su propia fortaleza y se consideran invulnerables. Esta visión del mundo, persiste en cuantificar los saberes y las acciones sociales a través de la pluridisciplinariedad y multidisciplinariedad, lo cual complica la percepción que se tenga de la realidad y de la sociedad.

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HEMEROTECA

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*[1] Académico de la Unidad 041 María Lavalle Urbina de la Universidad Pedagógica Nacional y de la Escuela Superior Enfermería de la Universidad Autónoma de Campeche. Correo electrónico: cantoramirez@yahoo.com.mx
La Educación Inclusiva en México[1]

Por: María Azucena Sánchez Aburto

Soy de la idea de que hay que llevar a cabo un proceso de cuestionamientos y reflexiones en torno la adopción que se ha hecho en nuestro país, de los proyectos de atención a la diversidad, en los últimos años, partiendo del análisis de los términos involucrados como el de integración y el de inclusión ¿Cómo se conciben?, ¿Cómo asumen a la diversidad? , ¿Cómo se efectúan en la práctica educativa?

¿A qué nos remite el pensar en la Educación Inclusiva como una continuidad de la Integración Educativa? ¿A qué nos remonta el pensarla como un paradigma propio? ¿Por qué el intento conciliar (sincretizar) en México a los dos proyectos, en uno que sitúa a la integración como el momento de transición hacia la inclusión, algo muy parecido a un propuesta ecléctica de atención a la diversidad?

¿Por qué si en sus inicios se planteó un manejo hispano del concepto de integración[2], el cual resultaba equiparable al de inclusión en su origen anglosajón[3] en el último año, se da un viraje hacia la inclusión, con la adopción de elementos propios del paradigma de la Educación Inclusiva, pero sin dejar de lado la acotación sobre la población estudiantil a la que va dirigida, aquella con N.E.E.?

Ante esta situación en países latinoamericanos, entre ellos México, considero que es necesario hacer un alto y decir que el paradigma de la Educación Inclusiva, como tal (emergido desde la noción anglosajona del término), no corresponde a una propuesta correctiva de fallidas prácticas integradoras, sino que se plantea como algo más amplio, desde sus orígenes.

En los siguientes apartados intentaré dar respuesta a estas interrogantes, que inevitablemente llevan a plantear más preguntas que asoman a nuevos campos de análisis y reflexión.

Origen y manejo de los conceptos de integración e inclusión en México. Su impacto en las propuestas de atención a la diversidad.

Para comprender la evolución del modelo de la Educación Inclusiva en nuestro país, es imprescindible, remitirnos a los conceptos de “inclusión” e “integración”, desde donde cabe señalar que Rosa Blanco Guijarro (1999), al abordar el tema, expresa que el término de inclusión, se ha empezado a utilizar como sinónimo de integración, cuando se trata de dos conceptos y aproximaciones distintas.

La integración, dice esta autora:

Está referida al grupo específico de personas con discapacidad y es un movimiento que surge desde la educación especial e implica la transformación de ésta.
Obviamente, la integración también implica modificar las condiciones y funcionamiento de la escuela común, pero el énfasis ha estado más en lo primero que en lo segundo.
Con gran frecuencia la integración ha implicado trasladar el enfoque educativo individualizado y rehabilitador, propio de la educación especial, al contexto de la escuela regular, de tal forma que en muchos casos no se ha modificado la práctica educativa de las escuelas, y sólo se ha ajustado la enseñanza y prestado apoyo específico a los niños “etiquetados como de integración”. (p. 9)

La inclusión, sin embargo, se platea como:

Más amplio que el de integración y parte de un supuesto distinto, porque está relacionada con la naturaleza misma de la educación general y de la escuela común. La inclusión implica que todos los niños de una determinada comunidad aprendan juntos independientemente de sus condiciones personales, sociales o culturales. Se trata de lograr una escuela en la que no existan “requisitos de entrada” ni mecanismos de selección o discriminación de ningún tipo; una escuela que modifique substancialmente su estructura, funcionamiento y propuesta pedagógica para dar respuesta a las necesidades educativas de todos y cada uno de los niños y niñas, incluidos aquellos que presentan una discapacidad. (pp. 9-10)

Por su parte, Pilar Arnaiz Sánchez, (1996), dice que el concepto de inclusión, comienza a escucharse en el contexto anglosajón, especialmente en Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido, y que su equivalente en España, es el aquél que define a las escuelas integradoras (p. 25).

La diferencia entre “inclusión” e “integración”, se manifiesta, según Lucía Amoros Poveda (2000), en el significado inglés de ambos términos. En inglés incluir e integrar tienen connotaciones diferentes:

El verbo incluir en inglés implica formar parte de un grupo, del todo. El verbo integrar supone hacer que alguien que esta fuera se adapte a las características de quienes están dentro con el fin de formar parte de ese grupo (…) En español por el contrario, incluir adopta unas connotaciones más específicas y concretas (…) mientras que integrar es más amplio adquiriendo un mayor significado integrador que el término anterior. (p. 1)

Desde la primera perspectiva, entenderíamos que “…quien se refiera a incluir no habla de hacer que nadie se adapte a nadie, quien se refiera a integrar está considerando a una comunidad con unas características establecidas y por lo tanto asumiendo que quien quiera introducirse en ella deberá ajustarse a esas características.” (Amoros, 2000: p. 1)

Desde lo segundo, asumiríamos que al hablar de integrar, “…la parte que falta supone una carencia para el todo (pues…) aquel sujeto que no está debe estar, debe incorporarse (…) al grupo para formar parte de él.” (Amoros, 2000: p. 1)

Partiendo de estos planteamientos, podemos entonces decir que al menos en su nacimiento, lo que para el contexto anglosajón es inclusión, supone para el contexto español integración. Sin embargo, en la práctica lo que ha sucedido es que el término de integración inglés, es el que se ha visto reflejado en los resultados de la Integración Escolar, de tal forma que puede interpretarse que en países de habla hispana, se habla de integración, con el significado que aporta la lengua inglesa (Amoros, 2000: p. 1)

Mientras que en países como Estados Unidos, se pretende unificar a los estados de la Unión en un conjunto de medidas para la Educación Básica, entre las que se encuentran los criterios para la inclusión (una educación para todos y con todos) y la integración (que todos los niños con discapacidad se eduquen en las aulas regulares), en Canadá, se funda el movimiento que ha trascendido al plano internacional y se ha establecido la Asociación Mundial por la Inclusión, en tanto que en América Latina y el Caribe, las acciones se orientan a la Integración Educativa de niños y niñas con N.E.E., con o sin discapacidad, y por lo tanto, la atención a la diversidad, es promovida desde la Educación Especial.

En este sentido, cabe recuperar la premisa implícita en el primer objetivo estratégico para la educación básica, del Programa Nacional de Educación 2001-2006, sobre el cual se norma la propuesta de la Integración Educativa en nuestro país, y que evidencia una vinculación con el manejo del concepto de integración, en el amplio sentido que adquiere desde su connotación hispana, equiparable al concepto de inclusión, en su sentido anglosajón, y, en el marco legal del Artículo 3° de la Constitución Política Mexicana, que en su primer párrafo estipula que todo individuo tiene derecho a recibir educación:

Alcanzar la justicia educativa y la equidad, entendida en los siguientes términos: ‘Garantizar el derecho a la educación expresado como la igualdad de oportunidades para el acceso, la permanencia y el logro educativo de todos los niños y jóvenes del país en la educación básica’. (Citado en: Mussa, n.d: p. 5)

En correspondencia con esto, se planteó a la Integración Educativa (no digo integración escolar[4]), como “…el proceso a través del cual se garantiza el acceso al currículo de educación básica a todos los niños; este proceso suele ser denominado como atención a la diversidad.” (Barraza, 2002: http://www.psicologiacientifica.com/bv/psicologiapdf-180-discusion-conceptual-sobre-el-termino-integracion-escolar.pdf 14 de agosto de 2008)

Una interpretación del principio ideológico de la Integración Educativa, “…conduce a una valoración positiva de las diferencias humanas; (…) la aceptación de la diversidad se vuelve una norma y la lucha contra cualquier forma discriminadora o creadora de marginación en la sociedad se constituye en un valor”. (Barraza, 2002: http://www.psicologiacientifica.com/bv/psicologiapdf-180-discusion-conceptual-sobre-el-termino-integracion-escolar.pdf 14 de agosto de 2008)

A pesar de lo cual, la orientación que en la práctica se dio a la Integración Educativa, puede resumirse en lo siguiente:

Los alumnos con discapacidad en proceso de inclusión en la escuela regular. Que en el curso de su educación básica presenten Necesidades educativas especiales y que educación especial les preste apoyo, a través de USAER, pasan a formar parte de una integración escolar. (Guajardo, 1998; p. 4)

Esta acotación que se hizo en la población destinataria de la Integración Educativa, es entre otros, una señal inequívoca de un doble discurso en el marco de la política educativa moderna, basada en los principios de competitividad y productividad. No era posible que en un país como el nuestro, en un momento, caracterizado por una brecha cada vez más pronunciada entre amplios sectores de la población, se hubiese implementado una propuesta educativa de la envergadura del proyecto de la Educación Inclusiva (en su sentido anglosajón), ni de su equivalente que desde su origen hispano, es el de integración, en un momento rubricado por la persecución de indicadores medulares de una economía globalizada imperante en México, regido además, por la búsqueda insaciable de relevancia, cobertura, eficiencia y competitividad, siendo la equidad en este caso, el sector sacrificado, ya que si bien es de reconocer el hecho de que al adquirir la Educación Especial y la Integración Educativa, un rango jurídico, no se garantiza con ello, la calidad de la educación:

Sabemos que hay niños y niñas que no reciben atención educativa sobre todo, en estados como Chiapas, Oaxaca, Tamaulipas y Yucatán (…) Se sabe por experiencia que en las escuelas regulares de todos los niveles aún existe resistencia a la integración. Observamos actitudes de indiferencia, rechazo y trato desigual, asignando por ejemplo calificaciones injustas a los alumnos con discapacidad, aplicándoles evaluaciones no equivalentes o iguales a las de sus condiscípulos… (Aguilar:http://cenedic.ucol.mx/ccmc-construccion/recursos/3279.pdf 13 de agosto de 2008)

Sabemos también, de la resistencia en ciertos estados de la República mexicana, como el de Michoacán, de sumarse al Programa Nacional de Fortalecimiento de la Educación Especial y de la Integración Educativa y de los esfuerzos, aunque aislados, que profesionistas de la educación, han realizado para acercarse al conocimiento del modelo de la Educación Inclusiva, entre los que cabe señalar, las Primeras Jornadas de Psicología educativa, llevadas a cabo en la Ciudad de Morelia, Michoacán, en el mes de mayo de 2007, en donde la agenda incorporó conferencias y talleres a cargo de profesionistas de la Universidad Pedagógica Nacional, miembros de la Red de Integración Educativa y Educación Inclusiva, cuyas propuestas vinculadas al proyecto de la escuela inclusiva, lograron despertar el interés de los asistentes.

De mi experiencia personal y profesional, puedo decir que un momento en el que para mí, quedó de manifiesto el manejo hasta cierto punto, contradictorio de los conceptos de integración e inclusión, en nuestro contexto, particularmente, en el estado de Veracruz, lo constituyó, la puesta en marcha de la Licenciatura en Intervención Educativa, en la Universidad Pedagógica Nacional, experiencia que abrió para los profesionistas que incursionamos en dicho proyecto educativo, panoramas insospechados de actuación y de intervención.

En el mapa curricular de dicha Licenciatura, se plantean seis líneas específicas de formación profesional, entre las cuales quiero destacar la de Educación Inclusiva, cuya primera gran barrera fue precisamente la conceptual, ya que este proyecto se pone en marcha en 56 Unidades Estatales, 28 de las cuales, incorporan la línea en Educación Inclusiva, en el año 2002, año en el que se asume oficialmente en México, el Programa Nacional para el Fortalecimiento de la Educación Especial y de la Integración Educativa.

De los acercamientos que docentes y alumnos, tuvimos con diferentes agentes e instancias relacionados con la Educación Especial y la muy reciente Integración Educativa, encontramos resistencias a la aceptación de la propuesta curricular de la LIE, 2002, al argumentarse que la Educación Inclusiva correspondía a un ámbito muy específico, de menor alcance que el de la integración, por lo que estos profesionistas resultaban innecesarios en el sector educativo.

Esa primera barrera social e institucional para los egresados de la LIE, en la línea de Educación Inclusiva, ha estado presente hasta en la negación que se ha dado de brindarles la posibilidad de acceso laboral a espacios considerados exclusivos de la educación regular, de la Educación Especial y de la Integración Educativa.

Paradójicamente, para el año 2006, en el Programa Nacional de Fortalecimiento de la Educación Especial, se incorpora el concepto de inclusión y se habla de que:

En las escuelas integradoras, es decir, en aquellas en las que se ha promovido la integración de los alumnos que presentan necesidades educativas especiales, con y sin discapacidad, es necesario impulsar acciones relacionadas con la información y sensibilización a la comunidad educativa; para planear y dar seguimiento a la respuesta educativa de los alumnos que presentan necesidades educativas especiales (dando por sentado que…) las escuelas integradoras ya tienen un camino andado hacia la inclusión pues, seguramente, el personal docente y directivo, la familia y los alumnos, al aceptar y dar respuesta a las necesidades educativas especiales de algunos alumnos son capaces de desarrollar herramientas para ofrecer una respuesta educativa de calidad a todos los alumnos y sus familias. (SEP, 2006:p. 17)

Se incorpora también, el Concepto de Barreras al Aprendizaje y la Participación, acuñado desde el modelo de la Educación Inclusiva, y se empieza a hablar de inclusión con un espectro de acción de mayor alcance que la integración. Sin embargo aquí es en donde vuelvo a poner el énfasis de mis cuestionamientos ¿Por qué si la integración en nuestro contexto, tenía una connotación equivalente a la inclusión en el contexto anglosajón, de pronto, se considera que hay que caminar hacia la inclusión? ¿No se había conceptuado a la inclusión como un proceso menor? Situándonos nuevamente desde el origen hispano de los conceptos, diríamos que ir de la integración a la inclusión, es un proceso de reversa, el cual desde la propia integración es imposible pues se especifica claramente que en proyecto integrador, no existe la posibilidad de ir marcha atrás.

En el documento titulado Orientaciones generales para el funcionamiento de los servicios de educación (2006), podemos encontrar que no se da una clara delimitación de la adopción significante de los términos de integración e inclusión:

Al hablar de integración educativa o de inclusión, el concepto barreras para el aprendizaje y la participación es utilizado para identificar los obstáculos que se presentan en las escuelas (para que…) todos los alumnos participen en las distintas actividades y logren los aprendizajes previstos. Consecuentemente, los procesos de integración educativa y/o inclusión implican identificar y minimizar las barreras, maximizar los recursos existentes o asegurar los que se requieren para apoyar la participación y el aprendizaje de todos los alumnos (p. 18)

En el último año, se ha dado una evolución, con el planteamiento de la transición del proyecto de la Integración Educativa, al proyecto de la denominada inclusión educativa. El primero, considerado como:

Un derecho de los alumnos con necesidades educativas especiales, asociadas o no a una discapacidad (…) incorporarse al aula regular con el objeto de recibir de manera equitativa la educación que les permita el desarrollo de competencias para una vida funcional productiva y de autorrealización dentro de sus comunidades. (ITEESM-EE, 2007: p. 11)

El segundo, alusivo a que:

Los estudiantes con necesidades educativas especiales con y sin discapacidad, cursen su educación básica en aulas regulares de la escuela de su comunidad, en un grado o nivel escolar de acuerdo a su edad, donde reciben los apoyos que necesitan y se les instruye de acuerdo con sus propias capacidades y necesidades. (ITEESM-EE, 2007: p. 11)

En ambos casos encontramos una misma población destinataria de los esfuerzos educativos: los estudiantes con N.E.E. No obstante, considero que el proyecto de la Educación Inclusiva, proviene de un movimiento crítico, contra hegemónico, no funcionalista -que contrasta con la propuesta educativa que de la integración y la inclusión, se ha hecho en México- y se ha estado desarrollando como un proceso que desafía las culturas, las políticas y las prácticas excluyentes, aún las de la propia escuela integradora, perfilándose como una propuesta que tiene que ver con un pensamiento holista, en donde se valora la complejidad y por tanto, todos los elementos son fundamentales; que pone en tela de juicio prácticas y conceptos, como el de N.E.E., propio del paradigma de la simplicidad, y de un sistema organizativo burocrático, al considerar que su utilización:

No hace más que desvalorizar a todo grupo y negar su diversidad y hace que las dificultades educativas se consideren principalmente en términos de las deficiencias de los niños, con lo que se desvía la atención de las barreras al aprendizaje y la participación que pueden surgir en todos los aspectos de un entorno y en las presiones que actúan sobre el mismo. (Booth, 2008; p. 3)

Coincido entonces, con los planteamientos que vislumbran en la Educación Inclusiva, una propuesta que va más allá de la visión comúnmente adoptada de “…aumentar la participación de los niños y jóvenes considerados como discapacitados o con necesidades educativas especiales.” (Booth, 2008: p. 3), y ante la cual encontramos perspectivas como la de Tony Booth, quien considera que “Esa visión limita incluso la participación de aquellos a quienes pretende favorecer, puesto que (…) son también personas integrales y, al igual que otros niños, enfrentan una serie de presiones excluyentes en la educación y no sólo la discriminación relacionada con su discapacidad.” (2008: p. 3)

Esta perspectiva conlleva al recordatorio de que al “…concentrarnos en las categorías, perdemos de vista sus efectos como la excesiva representación en ellas de niños de la clase trabajadora.” (Booth, 2008: p. 3), así también, nos pone en situación de reflexionar “…que la exclusión en las instituciones educativas, “…afecta a las familias, a los profesores y a los miembros de la comunidad tanto como a los alumnos en los colegios”. (Booth, 2008: p. 3), por lo que la inclusión no debe centrarse únicamente en los individuos, sino que también, debe orientarse al desarrollo de acciones a favor de la construcción de comunidades de aprendizaje democráticas y participativas.

Si la idea de incluir “…debe ser una idea-fuerza que se sostenga desde la necesidad de una sociedad más justa y democrática. Entendida de este modo, la inclusión supera la conceptualización de que es una nueva meta, o de que es un proceso, para entenderse como la base de un nuevo paradigma educativo.” (Aguerrondo, 2007: p. 3), considero que en México, se ha dado una orientación bastante reduccionista y simplista al considerar a la inclusión como una continuidad de la Integración Educativa.

Pero esto no ha pasado desapercibido y se vislumbra aún la probabilidad de que la Educación Inclusiva encuentre el cause para desembocar toda esa corriente de posibilidades éticas y transformadoras, en donde la unidad de cambio ya no es el alumno, ni la escuela, sino la comunidad escolar, el sistema educativo y la sociedad en general; en donde las dificultades a enfrentar, no las posee el alumno, sino que se erigen en los entornos.

Es loable lo que señala Lobato, al decir que en la práctica, lo que se ha visto reflejado, es el significado anglosajón del concepto de integración, el cual desde dicho contexto es de menor alcance que el de inclusión, lo que desde luego, nos sitúa ante una realidad difícil de aceptar, y es la idea de un proyecto truncado sin mayor explicación por parte de los directamente involucrados con la educación en el país, lo que ha llevado a la búsqueda de soluciones remediales, como el hecho de fusionar la propuesta anglosajona con la propuesta hispana, sin embargo entramos en un nuevo debate, ya que una propuesta ecléctica de atención a la diversidad, en donde podemos observar que se ponen en convivencia sobre los mismos espacios educativos, los conceptos de N.E.E. y el de Barreras al Aprendizaje y la Participación, argumentándose que “ Al identificar las barreras para el aprendizaje y la participación de los alumnos, se identifican las Necesidades Educativas Especiales.” (SEP, 2006: p. 18), lo cual desde mi perspectiva, resulta bastante cuestionable si nos remontamos a analizar los sustentos filosóficos y legales de ambas propuestas.


[1] Centro de Estudios en Educación Superior (CESE), (2009) Extracto del Trabajo de Tésis de Maestría, en proceso de elaboración “Apoyo a las barreras de aprendizaje de los hermanos de niños con discapacidad”. Asesor: Arturo Álvarez Balandra.

[2] Desde su origen hispano, el concepto de integración es más amplio que el de inclusión.

[3] En su origen anglosajón, el concepto de inclusión, es más amplio que el de integración.

[4] La integración escolar es una sub-etapa del proceso general de integración (Acosta, 1994, Citado en: Barraza, 2002: http://www.psicologiacientifica.com/bv/psicologiapdf-180-discusion-conceptual-sobre-el-termino-integracion-escolar.pdf Fecha de consulta, 14 de agosto de 2008)